Es muy probable que si en estos momentos España solicitara ingresar en la OTAN, no fuera aceptada. El hecho de que parte del Gobierno esté formado por comunistas que exhiben su casposo discurso político, que atacan a las instituciones democráticas, que apoyan el separatismo, hacen alarde de su apoyo a los regímenes de su misma ideología repartidos por el mundo, hacen gala de su animadversión al imperialismo de los EEUU, se manifiestan con los eslóganes de ‘OTAN no, bases fuera', ‘No a la guerra', sería razón más que suficiente para el rechazo. Los comunistas en el Gobierno son una fuente de descrédito para España como actor internacional, que se sanciona con el arrinconamiento por pérdida de confianza.
Además, el hecho extravagante de que Sánchez se apoye además en fuerzas indeseables, como Bildu, y en separatistas, convierte a España en el Estado miembro tóxico de la OTAN, que transporta en su seno el enemigo infiltrado que tanto espanta a las cancillerías aliadas. Por otra parte, Sánchez, como personaje político, no es homologable en la UE. El que ahora se presenta como leal colaborador es el que ha seguido los pasos políticos de su camarada Zapatero, el que se quedó sentado ante el paso de la bandera de las barras y las estrellas, el que sin previo aviso sacó las fuerzas militares españolas de Iraq, causando un grave trastorno al despliegue internacional. Sánchez es el mismo que prometió suprimir el Ministerio de Defensa y el que hoy utiliza a ZP para asesorar y apoyar a Maduro, enemigo declarado de los EEUU. Es el que ha patrimonializado las instituciones y ejercido el nepotismo, que hace un uso abusivo de los recursos del Estado, que por su actitud absolutista se niega a dar cuenta de sus actos. Saben de su tendencia a moldear las leyes a sus propios intereses y su obsesión por controlar la Justica. Es el que manda a Cuba embajadores que se sienten identificados con aquel sistema y el que dio orden a su partido para que se negara, por dos veces, en la Cámara europea, a condenar el ataque a los derechos humanos en la isla caribeña y a calificar su régimen como una dictadura. El mismo que mantiene en un cargo público al abogado comunista de las FARC y el que recibe en su despacho a Gustavo Petro, introducido por Monedero. Este personaje fue uno de los jefes del M19, una guerrilla que dejó miles de muertos en Colombia y del que Jhon Velasquez, el lugarteniente de Pablo Escobar, dijo que de todos los seres humanos que había conocido en el bajo mundo, Petro era el peor. Hoy convertido en todo un personaje recibido por el PSOE en los despachos oficiales.
Con esta tarjeta de visita y los informes que llegarán a Washington procedentes de su embajada en Madrid, que conoce de sobra que es el presidente más débil de la democracia, que tiene que pagar las abultadas facturas que le presentan unos socios cuyos referentes políticos son Cuba, Venezuela, y demás países bolivarianos, Biden se cuidará muy mucho de tenerlo cerca. Pero por si fuera poco, en Washington, también tienen que conocer que es un narciso insufrible, su desmedida ambición de poder, su grado de soberbia, su falta de escrúpulos y, sobre todo, su principal característica: su pésima relación con la verdad. ¡Como para jugarse los cuartos con él!