España es un «Estado social y democrático de Derecho» en el que se propugnan valores superiores tales como el «pluralismo político». Al menos eso es lo que dice la Constitución en su título preliminar. Por mor de ese pluralismo, habitan en nuestro sistema electoral, en las Cortes Generales, en nuestros parlamentos autonómicos, e incluso en el Gobierno de la nación y en el de algunas autonomías, partidos abiertamente contrarios a los principios básicos de la Constitución, empezando por la unidad de España y siguiendo por la Jefatura del Estado.
Eso, que supondría una anomalía en el ordenamiento jurídico de los países de nuestro entorno, en España se normalizó desde los inicios de nuestra democracia, sin importar el hecho de que estos partidos, en cuanto han tenido ocasión de ser necesarios para la gobernabilidad, hayan impulsado medidas abiertamente contrarias a derechos fundamentales de los ciudadanos en nombre de la discriminación positiva.
En Baleares, tenemos sobrados ejemplos de ello. Los partidos secesionistas como Més per Mallorca o Més per Menorca, no cejan en su empeño de socavar algunos de los principios constitucionales, mientras se amparan en la Constitución para poder hacerlo. Y si no es la Constitución, es en el Estatuto de Autonomía (que a diferencia de la Constitución nunca fue votado en referéndum), o en espurios consensos como el lingüístico (que lo fue todavía menos).
En estos días, Més per Menorca propone, vía enmienda a los Presupuestos Generales de la Comunidad, que se suprima el presupuesto que el Govern balear destina al mantenimiento del Palacio de Marivent. A cambio, propone dedicar el importe de la partida «al apoyo a niños con necesidades educativas especiales gravemente afectados en la etapa de primer ciclo de Educación Infantil». Puestos a elegir entre el mantenimiento de un edificio o la atención a niños con necesidades educativas especiales, ¿quién no se decantaría por lo segundo? La cuestión es que se trata de una falsa disyuntiva. Para gente que está más acostumbrada a gastar el dinero ajeno en sus delirios ideológicos que en atender las necesidades reales de los baleares, euro más o euro menos, les importa poco.
El hecho es continuar con su empeño en socavar la Monarquía, pero con los instrumentos que les da ese mismo ordenamiento que aborrecen y que sustenta, en la misma medida que la Corona, el sistema de partidos y su papel en la política balear. ¿No se puede ser republicano? Por supuesto. La Constitución ampara la pluralidad política, pero a falta de una mayoría social que les permita –por los cauces legales– un cambio de régimen, los ciudadanos nos merecemos cierta lealtad institucional.
De hecho, la misma que se nos exige a nosotros, con respecto a todo –por delirante o sectario que sea– lo que se legisla o respecto al uso que se da a nuestro dinero. En cuanto a los niños con necesidades educativas especiales, estoy segura de que haciendo un pequeño esfuerzo que sin duda, la mayoría de los ciudadanos de las Baleares apoyaríamos, pueden encontrar el dinero necesario rebuscando entre partidas que nos parecen innecesarias y que Més per Menorca, pretende incrementar.
Se me ocurre, por ejemplo, reducir los 11,6 millones anuales que nos cuestan los 209 altos cargos del Govern. O quizás hacerlo con el millón trescientos setenta y cinco mil euros para dinamizarnos lingüísticamente, a los que Més per Menorca pretende llegar en este presupuesto (sin contar con lo que ya se destina al mismo propósito). Si así fuera, hasta puede que nos creyésemos que lo que les importan son los niños y no su obsesión por la Monarquía.