Tal día como hoy, hace 85 años, el lugar más peligroso de Mallorca era el chalet de Can Servera, en la zona alta de Porto Cristo, a solo unos metros de la casa que se está construyendo Rafa Nadal . Los republicanos lo llamaban el Parapeto de la Muerte porque cada día sufrían entre 8 y 10 muertos. Allí levantaron barricadas para proteger la frontera sur de la zona conquistada y frenar el avance enemigo. El 27 de agosto de 1936 la Batalla de Mallorca se había estancado y los sublevados machacaban la posición con fuego de fusil, mortero y cañón. Ocupar un puesto en aquella barricada era completamente suicida.
El capitán Alberto Bayo dice que en el Parapeto de la Muerte «las disciplinadas fuerzas del PSUC (comunistas) y Estat Català (nacionalistas) mandadas por Zapatero se aferraron al terreno». El lugar era «barrido diez o doce veces diarias por los disparos de la artillería enemiga del 15.5 y siempre fue rehecho». Sus hombres estaban bien parapetados pero no podían defenderse contra los cañonazos: «Nosotros a ese armamento no podíamos responder porque nuestra columna no tenía esa artillería y no contaba con un solo mortero».
En el otro lado, el popular periodista Gabriel Fuster Mayans, alias Gafim , explicaba en una carta a su novia el terrible daño que estaban causando: «La calidad de mis morteros es formidable. En estos dos días he causado yo solo más de 30 bajas al enemigo. Creo que dentro de tres o cuatro días lo de Porto Cristo se terminará».
Uno de los milicianos que defendió el parapeto fue el menorquín Santiago Pons Pérez. Una reciente carta de su sobrino enviada a Memoria Democrática del Govern ha revelado su historia. Tenía solo 18 años, le apodaban Rielletes por su carácter alegre y se apuntó a la lucha «como una aventura». Llevaba varios días luchando, sufriendo el calor de agosto y una sed tal que desoyó el aviso de su compañero de no levantar la cabeza. Su sobrino lo relata así: «Tú, sin experiencia y con la inconsciencia de tu juventud, sin ver el peligro, no te lo pensaste dos veces. Te levantaste para ir a beber y una bala asesina te segó la vida en un instante. La alegría de la casa desapareció». «Todo fue tan triste e injusto... Durante mucho tiempo no se podía hablar ni reclamar nada, pero yo no he olvidado lo que mi madre me contó. Aquí, públicamente, quiero rescatarte del olvido».
A pesar de todo, los milicianos cumplieron y el parapeto resistió hasta que llegó la orden de reembarcar. El 4 de septiembre la batalla terminó y los sublevados se fotografiaron en la posición como símbolo de la victoria. El mejor homenaje es rescatar su sacrificio del olvido.