Imposible sustraerse al posicionamiento político de la colideresa de facto del PI, Lina Pons, según una entrevista publicada el sábado en Diario de Mallorca. Decía que ella no estaría «en la UM rancia», y que en el PI hay ahora personas honestas.
Quizás tiempo atrás hubiera podido hablarse de bisoñez política del postrer fichaje de Jaume Font. Pero el reloj no ha dejado de marcar las horas, y estas irreflexivas declaraciones de la diputada inquera a quien realmente dañan es a la cohesión interna de su propio partido –pues una gran mayoría del mismo proviene de la injustamente apestada UM–, y al sector de centroderecha que abandonó asqueado el PP gracias a la ‘excelsa' gestión del boticario Bauzá y que se había refugiado en las filas de los regionalistas atraído por figuras como Font o Antoni Pastor . Ambos, actualmente fuera de la estructura de gobierno del partido, parecían asegurar mesura e independencia respecto de las fuerzas mayoritarias.
Pons, que no duda en esparcir la mácula de la corrupción sobre la Unió Mallorquina que resurgió tras la debacle provocada por el pase con armas y pertrechos de su difunto progenitor al PP de Biel Cañellas, haría bien en ponerse las gafas, porque el secretario general y un vicepresidente de su partido – Tomeu Gili y Antoni Salas –, son excargos de esa UM, con enorme experiencia política y valía demostrada en las urnas, algo de lo que ella no puede presumir todavía. Y eso sin mencionar a la mente política mejor dotada del partido, su compañero de escaño Josep Melià , que fue, nada menos, que presidente de Unió Mallorquina.
El PI ha sido durante los últimos años el heredero forzoso del enorme potencial de un partido que fue injustamente masacrado gracias a la inconfesable alianza de socialistas y populares de la época con la anuencia entusiasta del extinto PSM, y al uso espurio de determinados resortes del Estado, algunos de ellos –será el karma– investigados hoy por graves delitos. Y esa herencia, gestionada hasta ahora por antiguos cargos del PP –incluyendo al actual presidente– no merece el desprecio de una diputada elegida con los votos y el apoyo de tantos ‘uemitas' de corazón, que aún los hay, y los tiene muy cerca.
El sábado no paró de sonarme el móvil con mensajes y llamadas de excompañeros de fatigas, gente honesta que dedicó muchos esfuerzos a la única formación isleña que hacía valer sus diputados para gobernar –lo hizo en Mallorca durante años–, no para entorpecer, afiliados y votantes ofendidos gratuitamente por quien, sin saber de la misa la media, se permite el lujo de repartir patentes de honestidad.
Más sorprendente si cabe fue la inopinada declaración de amor de Pons por Francina Armengol y el simultáneo desprecio hacia la nueva líder de los populares, Marga Prohens, a dos años de las elecciones. ¿Se imaginan por un instante a la Maria Antònia Munar de sus mejores tiempos enjabonando públicamente a Jaume Matas o a Francesc Antich ? Ese sesgo solo puede responder a dos cosas: O el PI carece de brújula, o busca su tabla de salvación en el triste papel de monaguillo del PSIB. En ambos casos, una mala noticia para los ciudadanos de Balears.