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Indulto envenenado

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Para cuando en estricta aplicación de la ley penal se alcanza un resultado que se considera, no obstante, injusto, existe en el Ordenamiento jurídico, con el fin de paliar la injusticia, el instituto del indulto, (que etimológicamente viene de indulgere , que significa concesión benévola), sirve al principio de justicia. No está previsto para el cambalache político vergonzoso. La Ley provisional estableciendo reglas para el ejercicio de la gracia de indulto de 18 de junio de 1870, con una pequeña modificación del 15-01-1988, actualmente lo regula. Fue firmada en la Gaceta de Madrid el 24 siguiente, por el ministro de Gracia y Justicia, a la sazón Eugenio Montero Ríos , siendo regente del Reino el general Serrano y jefe de Gobierno el general Prim . Fue una ley, pues, de los liberales progresistas de entonces. Podríamos decir, de los progresistas originarios, de antaño, de los que a pesar de todo tenían límites.

Como no podía ser de otro modo, el indulto siempre ha tenido defensores y detractores. Los detractores afirmaban con Garófalo que « el Gobierno solo puede perdonar las conductas que infrinjan aquello que él ha prohibido, pero nunca la infracción de lo vedado por las leyes naturales de la organización social, cuyo principal defensor y custodio es el Gobierno mismo» (…). Concepción Arenal también lo combatió duramente. Dorado Montero lo considera «supervivencia de la antigua jurisdicción de los monarcas absolutos» . Ya vimos para que está el indulto, cuál es su finalidad.

El de Sánchez, a todas luces, está para otra cosa… Perfila una clara desviación de poder, porque no atiende a la reparación de una injusticia, sino a ciertos intereses políticos. Además, los que van a ser indultados, en vez de arrepentirse –que es un trámite necesario para la viabilidad del indulto– cada vez que se tercia manifiestan que volverán a delinquir. No pudiendo ignorarse que la desviación de poder o el ejercicio de potestades públicas para fines distintos a los previstos por la norma, en su trasposición al orden criminal constituye el tipo del delito de prevaricación. ¡Cuidado, pues! Me da toda la impresión de que el indulto de marras terminará envenenado.

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