La semana pasada, el Ejecutivo balear aprobó la congelación de los sueldos del Govern (presidenta, consellers, altos cargos, asesores, personal de confianza, otros y otras). Una congelación estival que deja helados los sueldos por segundo año consecutivo. No olvidemos que nuestros diversos sistemas, de nuestros diversos gobiernos, son tan democráticos que permiten que las autoridades políticas y otras que no los son tanto, se pongan los sueldos que quieran, eso sí, tras la aprobación de la mayoría de la población parlamentaria. Llegados a esta situación, me pregunto cómo van a sobrevivir emocionalmente nuestros parlamentarios y cómo van a llegar a fin de mes con esta moratoria. Alguien me dijo en una ocasión que los políticos españoles eran los peor pagados de Europa. Quien hizo aquella afirmación estuvo viviendo de las instituciones políticas europeas durante un par de lustros.
La congelación de los sueldos aprobada por el Ejecutivo balear es un gesto solidario. Nuestros políticos han renunciado al 0,9 % de la subida anual y no reclamarán el 2 % del salario del año pasado. En estos momentos de crisis económica, con los ERTE en el aire, los ERE que se avecinan y el paro que asoma, el Govern aprueba de forma gesticular mantener las mismas remuneraciones y fijar los mismos sueldos. Estoy seguro de que cuando sus señorías tomaron esta decisión lo hicieron pensando en la población que lo está pasando mal. Yo llamaría a esta propuesta, la moción del salario solidario.
Sin embargo, a lo que parece que no van a renunciar sus señorías es a los extras que acompañan la asistencia a actos institucionales, a los pluses por desplazamiento desde Menorca, Eivissa y Formentera, así como a los gastos de manutención y residencia. Eso, comprenderás, son prebendas adicionales que no caben en el congelador del Parlament.