Nunca sabré qué indómita fuerza trae consigo la primavera. Una confortable sensación de arrojo suele envolvernos entre susurros de atrevimiento y valor que nos impulsa a levantarnos de ese letargo llamado invierno donde todo permanece congelado en sueños. Alguien se preguntó qué fuerza es esa que nos empuja para alejarnos de la comodidad de aquello que nos es familiar y nos lleva a enfrentar desafíos, aún sabiendo que la gloria del mundo es transitoria. Sí, tal vez ese impulso simbolice la búsqueda del sentido de la vida. Durante años buscamos una respuesta definitiva en los libros, en el arte, en la ciencia, en los peligrosos o en los confortables caminos recorridos. Con el tiempo descubrimos que las respuestas son caprichosas y escapan de la realidad. Solo al final de nuestros días acaso veamos con claridad las oportunidades que nos fueron dadas y no aprovechamos. La mayor parte de nuestros miedos son creaciones de nuestro espíritu, nunca se descubriría nada si nos contentásemos con lo ya descubierto. Sabed que para ganar, absurda palabra carente de premio, hay que antes haber vivido la pérdida y así, entre cambios de estación, largas e insomnes noches y momentos que se traducen en días llega la primavera que nos despoja de esa pesada losa que nos mantiene inertes soñando otras vidas descuidando la propia. Abrí los ojos y observé que la chimenea se negaba a dar su último adiós conservando unas pequeñas brasas que danzaban suplicantes, entonces supe que no todo principio tiene un final ni todo final es un principio, porque todo continúa se transforma y repite a medida que avanzamos y nos enfrentamos a nuestras decisiones. Supe que siempre puede accionarse el botón que nos rescate de los peores momentos y que únicamente dando tu mejor versión al resto puedes avivar el corazón crepitante de aquellos que esperan ser encendidos para despojarse de toda carga y volver a caminar. Supe que todo suspiro es un deseo lanzado al universo, que todos nos equivocamos, somos invierno y primavera a su vez. Muy especialmente supe que todo se puede lograr si cogen con fuerza las riendas de su vida con una sonrisa y con la sabiduría de su mirada y es que el que tuvo retuvo. Observen las valiosas señales que les brinda la vida y si todo ello no sucede, siempre podrán volver a encender la chimenea porque, efectivamente, volverá una nueva primavera.
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