Después de la muerte del dictador Francisco Franco, la ultraderecha de este país se metió en las catacumbas. Tanto que pareció que se había desvanecido. Craso error de percepción. Ahora, gracias a Intereconomía, Libertaddigital y otros medios radiofónicos, televisivos, internáuticos e impresos este ámbito ideológico marginal pero ruidoso está revitalizándose como nunca en estos treinta y cinco últimos años. Reivindican la figura de Franco, vomitan sobre el régimen democrático de la Segunda República, mienten con pasmoso descaro, injurian al rey y al presidente del gobierno, intentan socavar la democracia y, en fin, se inventan todo lo que sea necesario –España se rompe, ZP y ETA es lo mismo- en su empeño de abducir de la realidad a personas de buena voluntad y escaso entendimiento hacia su fantasmagórica cruzada por la gracia de su dios. Afortunadamente su tiempo ya pasó, pero a veces dan miedo en su empeño de corromper este país.
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