El alcalde de Palma, Jaime Martínez, y su regidor de Seguridad Ciudadana, Miquel Busquets, están ultimando una auténtica revolución organizativa y operativa de la Policía Local, tras muchos años con un modelo estancado y que se ha quedado obsoleto. El objetivo principal de Cort es que haya más funcionarios municipales en la calle, patrullando o vigilando; reforzar los turnos de los fines de semana y apuntalar las noches, cuando hay carencias importantes de personal. El principal problema que se ha encontrado el cuartel de Sant Ferran es que la plantilla se ha visto muy mermada por decenas de jubilaciones que llegaron casi de golpe. Además, es un Cuerpo policial envejecido y muchos veteranos no están a pie de calle, sino destinados en oficinas en tareas burocráticas. En la actualidad, Guillem Mascaró, máximo jefe del 092, cuenta con una dotación de unos 700 hombres y mujeres, que puede resultar insuficiente teniendo en cuenta lo que ha crecido la población en Ciutat en los últimos años.
Escala de mandos mermada.
Igualmente, es necesario reforzar la escala de mandos, que en los últimos años se ha ido deteriorando, tras la desastrosa instrucción del ‘caso Cursach’ y la imputación de funcionarios. En la actualidad solo hay una comisaria operativa, al margen del jefe, y entre los mayores (que son los segundos al mando) ocurre lo mismo. Hace años, en cambio, la cúpula policial estaba formada por una decena de mandos.
Patrullas por el centro.
Entre los cambios introducidos por Mascaró, que está llevando a cabo una gestión muy seria del cuartel, destacan sus patrullas de tres agentes que recorren las calles más turísticas de Palma, para dar más visibilidad al Cuerpo. No obstante, hacen falta más cambios, una revolución en toda regla para que la Policia Local recupere su estatus ante la ciudadanía y esté en las calles de Ciutat, donde es necesaria.