En Can Tàpera se han celebrado unas interesantes jornadas organizadas por Projecte Home Balears que han abordado, entre otros asuntos, el consumo precoz de pornografía entre menores, que se ha disparado. La conclusión es tan clara como alarmante: los adolescentes que consumen este tipo de material, que son la mayoría, pueden llegar a normalizar ciertos comportamientos, algunos de ellos violentos, que más adelante pueden querer imitar en sus futuras relaciones. Este fenómeno está directamente relacionado con el acceso a determinadas páginas de internet, que debería estar controlado pero que, en realidad, está al alcance de cualquier menor. Asimismo, este consumo precoz de contenidos para adultos llega porque muchos niños tienen un teléfono móvil a edades muy tempranas. Esos aparatos tendrían que ser fiscalizados por los padres, para evitar el acceso a determinados contenidos. La realidad, en cambio, es muy distinta. Muchas familias se ven incapaces de poder limitar el número de horas que los menores pasan al frente de la pantalla y también de controlar los contenidos a los que acceden.
Desafíos en adicciones.
En las jornadas ha quedado claro que las adicciones, con las nuevas tecnologías, están cambiando y los expertos –y también la sociedad–, tienen que estar preparados para dar una respuesta a esta nueva realidad. Esa banalización de la violencia puede traer unas consecuencias desastrosas a toda una generación, que recibe una imagen distorsionada del sexo y de la propia realidad.
Sexualidad «saludable».
Una de las conclusiones de las jornadas es que es necesario entender la sexualidad como algo «saludable», basada en el respeto y en el placer compartido y de mutuo acuerdo. Y la pornografía sin control que inunda las páginas de internet, y a la que acceden miles de menores, está muy lejos de ese modelo.