Los equipos de emergencia de Francia y Baleares se activaron ayer por la tarde para rescatar a tres jóvenes –dos de ellos menores– que se encontraban a la deriva a cien millas de Mallorca, entre Menorca y Cerdeña, y que a la llegada de los efectivos relataron que llevaban veinte días de angustiosa travesía y que durante este tiempo había fallecido un número indeterminado de migrantes, posiblemente una decena. Los cuerpos de estas personas, procedentes de Argelia, todavía no han sido localizados y es probable que nunca sean hallados. De hecho, el Mediterráneo, de un tiempo a esta parte, se está convirtiendo en una gran tumba para millares de africanos que, desesperados, tratan de llegar a Europa en busca de un futuro. Estamos, sin duda, ante una de las peores tragedias relacionadas con la inmigración clandestina ocurrida en aguas de Balears en los últimos años y pone de manifiesto que este drama va en aumento año tras año, tal y como está ocurriendo en el archipiélago canario.
Más medios.
Los medios con los que cuenta Balears son limitados y la Guardia Civil y Salvamento Marítimo deben multiplicarse en cuanto llega una patera, normalmente a Cabrera, Formentera o ses Salines, que son los tres puntos escogidos por los patrones de estas embarcaciones. Sin duda, es necesario que la Administración central dote a las Islas con más medios técnicos y humanos para poder hacer frente a esta crisis.
Investigación policial.
Al mismo tiempo, la Policía Nacional –que es la encargada de investigar a las mafias que trafican con seres humanos– debe combatir con todo el peso de la ley a los patrones de estas embarcaciones que cobran elevadas cantidades de dinero por embarcar a los migrantes y llevarlos hasta algún punto de la costa europea. Son delincuentes que se lucran y ponen en peligro muchas vidas. Deben ser perseguidos.