Al menos 12 niños, adolescentes y jóvenes murieron el sábado y decenas resultaron heridos en un ataque en un campo de fútbol en los Altos del Golán, una disputada región de Siria ocupada por Israel, muy cerca del Líbano. Según el Gobierno de Netanyahu, un misil lanzado por las milicias armadas de Hizbulá provocó la tragedia, mientras que aquel brazo armado del régimen iraní niega las acusaciones. Sea como fuere, el gravísimo incidente amenaza con provocar una invasión inminente del Líbano. Se trataría de una escalada brutal tras la guerra en la Franja de Gaza, la respuesta hebrea a los ataques terroristas del pasado 7 de octubre en el que murieron más de 1.200 israelíes, la mayoría de ellos civiles. Oriente Próximo es un avispero y a pesar de todos los esfuerzos diplomáticos de la comunidad internacional, parece irremediable un choque a gran escala entre Hizbulá e Israel en el Líbano. No hay que olvidar, sin embargo, que Hizbulá es infinitamente más poderoso que su aliado gazatí de Hamás, por lo que la resistencia que las tropas judías podrían encontrarse complicarían mucho el panorama militar.
Irán, en la sombra
A todo esto, no hay que obviar que Irán, la potencia regional, es el país que entrena y arma a Hizbulá y ya ha anunciado que no tolerará que Israel ataque abiertamente a esta facción armada. Los ayatolás ya demostraron hace unos meses, cuando bombardearon Israel con misiles y drones, que no temen una guerra abierta con su archienemigo.
El frente hutí
Y por si era poco, Netanyahu se enfrenta a otro frente abierto: el de los rebeldes hutíes, en Yemen, que hace unos días consiguieron burlar la cúpula de acero israelí y colaron un dron que causó un atentado mortal en Tel Aviv. Así pues, la situación no puede ser más preocupante y los analistas creen que un estallido aún más violento está por llegar este agosto.