La manifestación del 21-J pasará a la historia como una de las más importantes celebradas en Palma en las últimas décadas. Una buena parte de la ciudadanía ha hablado y ha dejado bien a las claras que la masificación está dañando la Isla y la calidad de vida de los residentes. Más de 20.000 manifestantes, apoyados por un centenar de entidades, recorrieron la ruta comprendida entre el Parc de ses Estacions, ses Avingudes, Sant Miquel, Plaça Major, Plaça de Cort, Palau Reial, Plaça de la Reina y es Born, bajo el lema «Canviem el rumb. Posem límits al turisme». Ya en el mes de mayo se registró la primera gran marcha, que reunió a unas 10.000 personas, pero en esta ocasión no hay que olvidar que la concentración ha tenido lugar en pleno mes de julio, con altísimas temperaturas, y en domingo, cuando muchas familias están en la playa. Pese a todo, es innegable que la manifestación ha sido todo un éxito y los políticos deben tomar nota de este nuevo mensaje de la ciudadanía, que ya no aguanta más una situación insostenible.
No son solo los turistas.
Pero hay un dato que no hay que olvidar: la saturación en Mallorca no es solo una consecuencia del turismo desbordado de los últimos años, sino también de la población fija que reside en la Isla y que se acerca al millón de habitantes. Unas cifras realmente impactantes teniendo en cuenta que se trata de un territorio reducido y, sobre todo, con unas infraestructuras que muy a menudo se quedan colapsadas. Y con unos recursos limitados.
Más movilizaciones.
Los organizadores de la marcha reafirmaron ayer que este tipo de actuaciones son solo el comienzo de una campaña que se prolongará en el tiempo. Un aviso a navegantes de que una buena parte de la sociedad pide cambios en el modelo turístico, tan tensionado con los alquileres ilegales a veraneantes.