El turismo de excesos ha encontrado su particular tierra prometida en la Platja de Palma. La transformación de Magaluf ha convertido la zona de los balnearios 5, 6 y 7 en el epicentro del desfase. La postal es desoladora y la ingente labor policial no es suficiente para frenar los desmanes de unos visitantes capaces de ingerir alcohol de sol a sol. De un tiempo a esta parte, son muchas las voces que se han alzado para denunciar lo que está sucediendo en este enclave, donde la violación de las normas y el incivismo quedan perfectamente al descubierto en un trabajo periodístico realizado por este diario, que hoy publica su primera entrega.
Una estampa desoladora.
Sin duda, uno de los principales problemas que sacude la Platja de Palma es la ingesta de alcohol en la calle, una circunstancia que ofrece estampas desoladoras y que tira por el suelo la imagen de un destino turístico de calidad. Los esfuerzos de los empresarios de bares y discotecas por dignificar la zona y regular el consumo de alcohol han topado con un enemigo implacable: los supermercados. Aparentemente, se trata de establecimientos donde se despachan comestibles, pero la realidad es que son licorerías camufladas.
Botellones.
En estas tiendas, el trasiego de jóvenes es constante. Es donde encuentran todo tipo de bebidas, que toman en la calle. Los famosos botellones a plena luz del día forman parte del paisaje de la Platja de Palma y, sin duda, el germen de muchos problemas y sucesos. A los supermercados que despachan alcohol cabe añadir, aunque en menos medida, los vendedores ambulantes, cuyo radio de acción básicamente está en la playa. Sin duda, parece haber llegado el momento de que Ajuntament y Govern elaboren un plan de choque conjunto para detener, de una vez por todas, la degradación y los excesos en la Platja de Palma. Es sencillo saber por dónde empezar.