Michelle Obama ha despedido sus vacaciones en Mallorca acompañada por sus hijas, Sasha y Malia Ann. Desde que aterrizó en la isla el pasado 19 de junio, la ex primera dama de EE. UU. ha disfrutado de unos días de descanso alejados del foco mediático. La primera parte de su estancia transcurrió en una finca en Llubí, donde compartió momentos de relax con sus amigos y anfitriones Michael Smith y James Costos. Para cerrar su viaje, se embarcó en una exclusiva travesía por el litoral mallorquín a bordo del megayate Seven Seas, propiedad del director de cine Steven Spielberg.
Las aguas de Mallorca han sido recientemente testigo del paso de una de las embarcaciones más avanzadas y elegantes del mundo: un megayate de 109 metros que está revolucionando el concepto de lujo flotante. Lejos de cualquier yate convencional, este coloso fabricado en 2023 por el prestigioso estudio Sinot Yacht Architecture & Design establece un nuevo estándar en la navegación exclusiva, combinando tecnología punta y sofisticación ambiental para un selecto grupo de invitados y tripulantes.
A primera vista, el yate destaca no solo por su imponente eslora de 109 metros y manga de 16 metros, sino por ofrecer comodidades dignas de un hotel cinco estrellas. Son siete los camarotes privados los que ofrecen hospitalidad a hasta 14 viajeros, y un equipo de 35 tripulantes se encarga de que la experiencia a bordo sea impecable. Este palacio flotante presume de dos piscinas —una principal de gran tamaño y otra auxiliar—, así como de gimnasio, sauna y una zona de jacuzzi ideal para retiros de bienestar y entretenimiento.
Una de las características más llamativas de esta embarcación es su diseño interior de líneas minimalistas y ambientes personalizados. Los amplios ventanales y las paredes de cristal de suelo a techo inundan de luz natural cada espacio, permitiendo panorámicas inigualables tanto en los salones principales como en los exclusivos comedores interiores y exteriores. Las texturas finas —desde maderas seleccionadas hasta pieles y metales nobles— dotan de una elegancia discreta y atemporal a la atmósfera.
Al alcance de unos pocos
Toda la propuesta de ocio ha sido desarrollada con especial atención a la privacidad y el confort. El salón principal alberga una sala de cine privada con sistemas de sonido envolvente y butacas de diseño, lo que permite disfrutar de producciones audiovisuales en condiciones inmejorables. Además, cuenta con una sala de observación submarina completamente acristalada, donde los pasajeros pueden contemplar el mundo marino de una forma inédita y sumergirse en una experiencia sensorial exclusiva.
Lo distintivo no termina ahí. El casco de acero, fiel a las exigencias de robustez y estabilidad para navegar por los mares más exigentes, destaca junto a una sala de mandos equipada con los últimos avances en navegación digital. El helipuerto permite el acceso directo al yate desde cualquier punto del continente europeo, dotando a la nave de una versatilidad incomparable dentro del mundo náutico de lujo.
En la última década, las aguas del Mediterráneo, y en particular las de Mallorca y las Islas Baleares, se han consolidado como destino predilecto para megayates de alta gama. Según datos de la Asociación Nacional de Empresas Náuticas (ANEN) de España, en 2023 se incrementó en un 18% la llegada de embarcaciones de más de 60 metros a puertos de la región, lo que refleja una tendencia de crecimiento continuo para el turismo de élite y la industria de servicios asociados. En esta línea, la presencia de yates como el Seven Seas I contribuye a dicha imagen de exclusividad, al tiempo que impulsa la economía local a través de la demanda de provisiones, mantenimiento y servicios personalizados.
Detalles que encarnan una vida de película
No es casual que el nombre de la embarcación —un homenaje a los siete hijos de su carismático propietario— conecte con un relato de familia y creatividad. En años anteriores, ya se había avistado un predecesor de este yate en aguas españolas, concretamente en 2021. Aquel modelo anterior fue finalmente vendido en 2022 por 151 millones de euros, cifra que da una idea del exclusivo rango en el que se mueven estas joyas navales.
Estos megayates no solo suponen un símbolo de estatus y sofisticación, sino que también abren la puerta a nuevas formas de entender el ocio y la innovación en alta mar. Con tecnologías de observación submarina, espacios modulares y sistemas ecológicos cada vez más avanzados, la industria apunta a fusionar sostenibilidad y diseño puntero, anticipando ya el próximo salto evolutivo en navegación de lujo.
El barco de la foto no es Seven sea