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Julián y Roddy protagonizaron la primera boda gay que se celebró en Mallorca

La pareja, que se casó en Calvià, ahora cumple 25 años de feliz matrimonio y está más unida que nunca

Julián y Roddy, el día de su boda, con Margarita Nájera, entonces alcaldesa de Calvià.

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El lunes os conté que la pareja formada por Julián Díaz y Roddy Olocco celebraron sus 25 años de casados pues unieron sus vidas, de forma oficial, el 14 de agosto de 1999; doce años después de haberse conocido en una celebración a la que asistieron sus amigos más íntimos, entre ellos Nati Expósito y Jurgen Lakal, el hombre multioperado.

Han pasado 25 años de amor que, a día de hoy, por lo muy consolidado que está sigue haciéndose más grande. Y no solo eso, sino que Julián Díaz y Roddy Olocco, en aquel 14 de agosto, se convirtieron en la primera pareja gay que contrajo matrimonio en Mallorca.

‘Ultima Hora’ dio cuenta de aquella boda, en la que una pareja gay, por primera vez, se casaba en la Isla.

Julián nació en Alba de Tormes (Salamanca), «pero me considero mallorquín, pues me vine a la Isla con 14 años». Roddy, argentino, de Córdoba, pero muy mallorquín también, lleva asimismo muchos años viviendo en la ciudad.

Ambos se conocieron en una fiesta, «la de mi cumpleaños», recuerda Julián. Fiesta que celebramos en el restaurante Polvorín, local que, una vez juntos, compraron y llevaron con el mismo nombre durante años, combinándolo con el trabajo que tenían ambos: un espectáculo llamado New Fantasy, y en el que estaban dos bailarinas y un cantante, Jaume Roca, con el que, entre verbenas y actuaciones en los hoteles y salas de fiesta, recorrieron toda la Isla. «Volviendo a la fiesta de mi cumple, una amiga me dijo que iba a venir un amigo, que es artista y que ha sido contratado por el Casino, me explicó. Pues si es guapo –le dije–, será muy bien recibido. Ese amigo era Roddy, y desde entonces estamos juntos, y ahora, jubilados los dos, con todo el tiempo para nosotros», dice.

Durante muchos años, además de dirigir un restaurante, tuvieron un ballet, el New Fantasy, con el que recorrieron la Isla.

Lo de casarse en el ayuntamiento de Calvià siendo la maestra de ceremonias la alcaldesa fue idea de ésta: «Le comenté que buscaba un lugar para casarnos, y ella me dijo que no buscara más», recuerda Julián. «Me contestó: ‘casaros en el ayuntamiento y yo seré quien os case’. Y le hicimos caso, claro. Porque ¿qué mejor sitio que ese? Y encima nos casa la alcaldesa, convirtiéndonos, además, en la primera pareja gay que se casa en la Isla. Y lo mejor: que desde entonces no nos hemos separado nunca. Y es que yo sin Roddi no soy nadie. Y supongo que a él le pasa lo mismo», sonríe Julián.

Reivindicativo

Julián, sin pertenecer a ningún colectivo gay, ha sido muy reivindicativo. Tanto que fue entrevistado en diversas televisiones del país reclamando al gobierno sus derechos. «Desde siempre he respetado muchísimo el trabajo que hace la entidad Ben Amics en defensa del colectivo gay. Es más, desde siempre contaron con mi apoyo, pero yo preferí luchar solo. Sí, porque yo nací sin derechos, o al menos esa es la sensación que tenía. Pagaba los impuestos, pero, por gran parte de la sociedad de entonces, era considerado un enfermo. Aparte, no podía casarme con mi pareja porque por entonces tampoco tenía derecho a eso. Por fortuna, eso ha cambiado, aunque a día de hoy sigue habiendo personas que no ven bien que dos chicos vayan por la calle cogidos de la mano. ¿Que muchos piensan así porque esa pareja es gay? Vale, pero aparte de que somos gay, somos ciudadanos que pagamos impuestos, cumplimos con las normas establecidas. Nos merecemos un respeto», señalan.

Ambos viven solos, «aunque durante un tiempo tuvimos un chico enfermo de cáncer, abandonado en Son Dureta, al que cuidamos como si fuera hijo nuestro. Hasta que su abuela lo reclamó. Durante ese tiempo se recuperó muy bien, pero desde entonces no le hemos vuelto a ver», recuerda la pareja.

El matrimonio posó ante los medios con un bonito ramo de flores.

A día de hoy, estarían encantados de poder reencontrase con aquel niño, hoy una persona adulta, si vive. Lo malo es que no tienen ninguna referencia de él, pero él, si lee esto, como seguro que se acordará de aquel tiempo que vivió con ellos, igual ahora sabe cómo contactar y reencontrarse, aunque solo sea para decirles ‘aquí estoy’».

Días atrás, la pareja, más que consolidada, celebró sus bodas de plata matrimoniales con un grupo de amigos.

Y mientras tanto, «vivimos, viajamos si hay ocasión, pero sobre todo somos felices porque estamos juntos».

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