Pasar la noche más mágica del año con los pies enterrados en la arena, envuelto por la brisa marina y el sonido de la marea, al abrigo de una hoguera y la cálida compañía de los seres queridos -todo ello acompañado con un pa amb oli, una torrada o un asadito-, es casi un sueño de verano. Pero aquellos que guardan cierta simpatía por el diablo, como cantan The Rolling Stones, tenían anoche un plan más adecuado a sus intereses. El Parc de la Mar se convirtió en un verdadero infierno. Miles de personas se reunieron en la zona de las palmeras para disfrutar de la gran Revetla de Sant Joan, una fiesta organizada por la Federació d'Associacions de Veïns de Palma y la regiduría de Participació Ciutadana de Cort, donde el fuego y la música fueron los grandes protagonistas. Aunque amenazara con ponerse a llover en cualquier momento, la meteorología no podía truncar el endemoniado plan. Fueron los pequeños dimonis -la diabólica cantera que asegura correfocs para largo-, los encargados de prender la mecha de la fiesta. A las 20.30 horas, cargados con antorchas, más de cincuenta dimonions surgieron del inframundo para sembrar el terror entre los presentes. Antes de su espectáculo de fuego, llegó la Flama de la Llengua, con la que se encendió el Fogueró, dando así el sus a la Revetla.
Tras el correfoc infantil, con el sol poniéndose y la pira iluminando la escena, los presentes formaron varios círculos y organizaron una ballada popular; entre el fuego y los demonios, como si fuesen parte de un ritual mefistofélico, el ball de bot, las jotas y los boleros tornaron en danzas oscuras -además de convertirse en deporte de riesgo, dado el mal estado del pavimento-, ejecutadas bajo el embrujo de Al-Mayurqa que, un año más, actuó en directo. «Avui en falta un; és el president del Parlament; per ell foc i fum», exclamó el grupo desde el escenario, donde colocaron una imagen de Aurora Picornell que rezaba «amb quines bales matareu les idees?». Y acabado el baile, al escenario subió la presidenta de la federación de vecinos, Maribel Alcázar, quien ofreció un discurso reinvindicativo en el que, con sentido del humor, criticó la masificación y turistificación de la Isla.
Foc i fum
El rojizo humo de las bengalas en el Passeig de Dalt Murada indicaba la apertura de un portal al averno. A las 22.30 horas el parque se convirtió en un verdadero infierno. Como en una plaga de insectos, los dimonis aparecieron desde diferentes puntos de la muralla, como el pasillo de Ses Voltes o la calle de La Portella, y poco a poco cubrieron la explanada. No era para menos. Con el grupo de percusión Batudrac marcando el ritmo, en el correfoc participaron nueve colles de dimonis de Palma -Enfocats, Realment Cremats, Ses Germanies, Illa Galera, Kinfumfà, Maleïts Encabritats, Trabucats, Incubus y Es Cau des Boc Negre-, dos más que el año pasado, y con 180 kilogramos de pólvora para un espectáculo inolvidable, donde no faltaron los dimonis bufadors, los luminosos paraguas de chispa y toda clase de artefactos pirotécnicos. La traca final llegó con las bèsties de foc, el Drac de na Coca, el Drac i Guardians de Sant Jordi y l'Òliba de la Real que, a base de llama radas, cerraron el correfoc.
Fueron muchos los que danzaron con los dimonis con el uniforme adecuado: sudadera con capucha, pantalón largo y calzado cerrado.
Los más cautos le añadían gorra y gafas de protección al vestuario. Ahora bien, aun disponiendo de las normas de seguridad hasta en cuatro idiomas, también hubo quién se sumó al correfoc en chanclas, bañador y cubierto por una toalla. Cada cual elige su souvenir, y hay quién decide llevarse una quemadura. Otros no bailaron, pero disfrutaron de la fiesta desde la distancia.
Cabe destacar el amplio dispositivo de seguridad organizado en la zona, que contó con la presencia de los bomberos de Palma, Protecció Civil y la Policía Local, que estableció un Centro de Coordinación desde donde coordinaron las actuaciones de los servicios de emergencia. De madrugada, seis brigadas de barrido y vaciado de cubos de EMAYA limpiaron la zona. Con la luna llena asomando entre las nubes, la ropa del público impregnada por el olor de la pólvora y el azufre, y con los dimonis desapareciendo entre las tinieblas, la banda Suasi i Els Electrodomèstics subió al escenario poco antes de la medianoche y, con su música, la fiesta siguió hasta bien entrada la madrugada. Así, un año más, Sant Joan reunió a los mallorquines en torno a la música y el fuego..