En Palmanova siguen igual las cosas entre el TIB (Transports de les Illes Balears) y las madres que intentan subirse al autobús con los cochecitos en los que llevan a sus hijos, además de la cesta de la compra.
Y decimos igual porque a estas mujeres para poder ir en el transporte público les obligan a plegar el cochecito, lo que significa que tienen que coger a sus hijos en brazos y, como pueden, la bolsa de la compra, situación que les genera un gran agobio. Porque imagínense la escena: el autobús en marcha y ellas, si van los asientos ocupados, de pie con una mano agarrando el cochecito que han tenido que plegar antes de subir, y con la otra sosteniendo al niño, cosa que obliga a que muchas prefieran hacer el recorrido a pie, caminos en ocasiones largos que en verano deben hacer con el calor y en invierno con la lluvia. O imagínense también a la madre que va con dos niños, uno en el cochecito, en el cual también lleva plegada la bolsa de la compra, y el otro cogido de su mano. Y una vez en la parada del bus, a veces apresuradamente, deben sacar al niño del cochecito y, como pueden, plegando éste y tirando de él con una mano, pues en el otro brazo va el pequeño, subir al autobús. Y ya una vez en el medio de transporte, a veces no hay sitio y les toca ir de pie, con un niño en brazos, el otro de la mano, agarrar el cochecito y, además, la bolsa de la compra. Y esa escena la hemos visto en una parada de Palmanova.
Diferencia de criterios
Como también hemos visto que a los turistas, que llegan más que con un carrito, con un ‘carrazo' -dadas las dimensiones del mismo- y además cargados con la compra o con toallas para ir a la playa. A ellos nadie les pone ningún impedimento pero para que se suban con este al bus, donde el ‘carrazo' ocupa más espacio que el cochecito del niño, por lo que deducimos que los turistas tienen una cierta ventaja sobre los residentes. O a lo mejor es que a los de aquí, sin más, les prohíben subir con el cochecito sin plegar y a los turistas no.
Pero las cosas están así y queremos que conste. Y ya no apelamos al responsable de la compañía de autobuses, sino al conseller de Transports, a cuyos familiares no nos los imaginamos pasando por un trance como este más que nada porque seguramente no tienen necesidad de usar el transporte público, y en el caso de que tuvieran que hacerlo, seguro que el problema del cochecito estaría más que resuelto.
Entonces, ¿por qué los responsables del buen funcionamiento de las cosas, en este caso de esta línea del TIB, no se pasan un rato en una parada de esa zona y ven lo que ocurre en ella? O, si no, que entren en el grupo de WhatsApp de las mamás afectadas por esta situación, Denunciaremos al TIB, y vean lo que cuentan sobre este servicio. Porque para conocer la realidad, hay que salir más de los despachos. Y mientras, ¿suma y sigue?
Chapuza-trampa en la zona centro de Palma
Hay cosas que son tan evidentes, que están tan a la vista, que no nos explicamos como siguen ahí. Sobre todo por lo peligrosas y antiestéticas que resultan. Por ejemplo, ¿cómo es posible que una arqueta levantada, que si la pisas parece que vas en una tabla de surf, o que si tropiezas con ella seguro que te das de bruces contra el suelo (eso si no se hunde y te deja la pierna hecha polvo) siga estando en pleno centro de Palma? En concreto en la concurrida avenida Alexandre Rosselló, a la altura del 29, esquina con Bisbe Perelló. Increíble pero cierto, ¿hasta cuándo?
Porque, para que se hagan a la idea de cómo es, si meten el pie en el hueco que queda entre la tapa y la acera, les cabe más de la mitad. Nos parece muy bien que las autoridades municipales tengan entre sus planes los grandes macroproyectos, que está bien que piensen en ellos, pero lo que quiere antes el ciudadano es pisar seguro, es decir, tener calles con asfalto adecuado, aceras en condiciones, raíces de árboles que no levanten el suelo, limpieza -aunque en esto, los ciudadanos tendríamos que colaborar algo más-, seguridad y resolver problemas como el que apuntamos hoy.