Hoy vamos a hablar de tres problemas, que hasta hace poco eran cuatro. Uno de los situados en la calle Sant Ferran frente a la calle Bartomeu Darder ya se ha solucionado: una tapa de hierro que parecía una tabla de surf por lo mucho que se movía, cosa que suponía un peligro para el viandante que la pisara. Ahora la han sujetado debidamente, así que se ha resuelto, pero con los otros tres no ha habido tanta suerte...
¿Que qué problemas son? Pues como decimos, los tres están en la calle Sant Ferran, esquina con Bartomeu Darder. En menos de diez metros vemos que las raíces de dos árboles están levantado la acera y los alcorques. Y como las raíces siguen creciendo, el deterioro seguirá también en aumento. Si no lo remedian, claro.
Y sin salirnos de esos diez metros de acera nos encontramos en una pared de enfrente, bajo los dos letreros que informan a los dueños de perros de que sus mascotas no pueden hacer sus necesidades ahí, con dos tuberías rotas y oxidadas por las que discurren cables (entendemos que eléctricos) y que pueden seguir rompiéndose más. Todo, ya decimos, en unos diez metros...
Personas en la calle
Con la llegada de la primavera, los sin techo dejan sus chupanos de invierno y buscan la calle, o lugares próximos a ella, para dormir. Lo decimos porque es así y porque si uno se da una vuelta por la noche –incluso de día–, verá a más gente que nunca durmiendo al aire libre entre cartones, en cualquier hueco, sobre un banco... Y la cifra se irá incrementando a medida que pasen las semanas y se mantendrá durante el verano y parte del otoño, cuando volverán a desaparecer.
Hace unos días, les mostramos a dos indigentes durmiendo en la entrada de lo que fueron unas galerías del edificio Minaco. Si pasean por los aparcamientos de la plaza Comtat del Rosselló –frente a donde estuvo el Bingo Balear– verán que también allí hay personas pernoctando –la última vez que estuvimos, dos– al fresco.
Hoy les mostramos los que suelen dormir en las Avingudes, ambos en el suelo bajo el porche de unos grandes almacenes, y el que se instala cerca del Consolat de Mar. Si mal no recordamos el actual Ajuntament, antes de las elecciones, estaba preocupado por la cantidad de personas que dormían en la calle. Pues bien, que no bajen el listón de la preocupación, porque cada día hay más. O se ven más.
Obras paralizadas
Tampoco nadie entiende que, entrando en Palma por las Avigudes, a pocos metros, nos encontramos a la izquierda que las obras frente a la muralla siguen paralizadas desde hace bastante tiempo. Y lo peor: la imagen que da el lugar con las vallas oxidadas y barreras de hormigón tipo New Jersey puestas ahí no se sabe con qué misión.
El ciudadano que nos manda la fotografía se pregunta que si en lo que reinician las obras, «¿no sería mejor, más que nada por estética, colocar una barrea de hierro decente?». Luego nos recuerda que las obras en ese lugar comenzaron hace cinco o seis años, que se paralizaron hace uno y se pregunta cuándo se retomarán de nuevo... Pues ahí lo dejamos.
Pintadas vandálicas
Otra de las asignaturas pendientes de Cort son las pinturas vandálicas. Dicen que las quitan, que puede que sí. Pero lo cierto es que hay más a cada día que pasa. Lo mismo ocurre con los carriles bici en zonas peatonales, que dicen que los van a revisar, pero siguen ahí. Al ciudadano le sorprende que con lo que paga en impuestos de limpieza, incineración..., el Ajuntament le cobre por borrar las pintadas de las fachadas entre dos o tres euros por metro cuadrado, cuando si las pintan los vándalos es porque no hay vigilancia policial que lo impida. Y es que, una vez más, la cuerda se rompe por el punto más frágil: el contribuyente.