Myanmar (antigua Birmania), a donde Jaume quiere llegar a golpe de pedal, está cada vez más cerca. Y con ello, el objetivo a cumplir. Sí, porque de los 12.500 kilómetros que viene a ser el recorrido, Jaume Covas, que los está haciendo desde hace seis meses, ya lleva pedaleados más de la mitad. Ayer se encontraba en un lugar de Irán, entre Teherán e Ispahán, por donde pedalea en compañía de siete ciclistas, un suizo y seis alemanes. A dos de los ellos los conoció a su paso por Estambul, «luego perdí el contacto con ellos, volviéndolos a encontrar, poco antes de entrar en Irán, en Armenia, junto a cinco ciclistas más, y con ellos sigo hasta donde nos lleven nuestros respectivos caminos, pues unos tiene previstos ir a Pakistán y otros a Omán».
Gente muy solidaria
Todo esto nos lo cuenta desde el lugar –una casa abandonada; al menos, aparentemente– donde está, o mejor, están en estos momentos, pues los ciclistas siguen con él. Se encuentra en una ciudad no muy grande, donde dice sentirse cómodo, aparte de que no tienen que pagar por estar ahí y la comida no es muy cara; la gente muy hospitalaria, «yo creo que es porque no suelen tener contacto con muchos extranjeros, y por ello nos tratan muy bien».
Antes de ahí estuvo en Armenia, que recorrió de un extremo a otro. No pasó por cerca del monte Ararat, donde dicen se depositó el Arca de Noé, una vez que cesó el Diluvio Universal, «pero sí me pasé por la ciudad de Ereván, donde se construyó la primera catedral cristiana, pues según supe estando allí, los armenios fueron el primer reino en adoptar el cristianismo. En cuanto a precauciones… Bueno, las tuvimos que tomar, pues armenios y azerbaiyanos no tienen muy buenas relaciones, lo que hace que los rusos estén atentos, mediando entre ambos, a fin de que no estalle el conflicto. Pero eso ya lo dejamos atrás. Porque lo que es ahora, en Irán, desde que entramos hasta el día de hoy, hay paz, tranquilidad y hospitalidad. De ello nos dimos cuenta a poco de cruzar la frontera, cuando un hombre que venía en su coche en nuestra dirección se ofreció a llevarnos hasta su casa, donde cenamos y nos dejó pasar la noche. Y es que este país, nada tiene que ver con lo que te llega de él a través de los medios de comunicación, a cómo es en realidad. No digo que no haya habido recientemente momentos tensos, sobre todo en las grandes ciudades, debido a las decisiones del gobierno, pero es que el ciudadano en general no quiere al gobierno, ni tan poco es tan religioso. Y cuanto más jóvenes, menos creen. Y cada vez se ven más mujeres sin hiyab, que se lo ponen como bufanda, y solo si ven que puede ser peligroso para ellas no llevarlo, se lo colocan en la cabeza, pero nada más».
¿Es fácil ligar a una mujer en este país?, le preguntamos, más que nada por curiosidad, pues son tantas las horas que lleva, muchas de ellas en soledad... «Ahora, no tantas –dice–, pues voy con estos ciclistas, pero ...Pues, en realidad, no lo sé –retoma lo del ligue en Irán–. No ha habido ocasión, tampoco donde estamos hay locales de copas o para bailar… Dicen que en Teherán, en subterráneos, hay discotecas clandestinas… Pero es que aquí, en el centro del país, todo es muy laxo… Pese a ello, no he venido a Irán a echar los tejos, pero tampoco estaría de más poder llegar, salir a tomar una copa y, si se tercia, charlar con alguna chica. Y ya no te digo a bailar».
España vista desde Irán
Naturalmente, Jaume sigue cuánto acontece en España a través de su móvil, consultando digitales y… «Pues que alucino un poco, ¿no? Lo digo porque, según estoy viendo, España está sufriendo los deseos de un gobierno ansioso de poder. Además, cada día las opiniones están más polarizadas y las personas se informan peor. Antes de leer las diferentes perspectivas y profundizar en los datos, publican su opinión sin tolerar las otras. Ver desde la distancia como el discurso de Sánchez ha cambiado, y como las personas utilizan palabras tan duras como fascismo, extremismo o genocidio con tal ligereza, tan solo me hace pensar que hay progresismo de cartón piedra. Sin hablar del conflicto en Palestina, el cual es una desgracia para ambas partes, especialmente para la infancia, tema principal en mi propio proyecto. No sé… Pero todo se enfoca en discursos apasionados y eufóricos de libertadores y esclavistas, pero nada es blanco o negro, sino una extensa gama de grises. Por ello, deberíamos tener cuidado con dividirnos por castas en nuestro país, pues son el origen de muchos conflictos de nuestro tiempo».
Volviendo a la ruta, le queda algo menos de la mitad. Porque de Irán pasará a Pakistán, y de ahí atravesará la India para llegar a la frontera con Myanmar, que son dos recorridos larguísimos, sobre todo este último. Y una vez en la frontera… ¿Qué pasará? «Me he puesto en contacto con varias ONG, dedicadas a ayudar a refugiados de dicho país, y, una vez allí, observaré los movimientos de la guerrilla y entonces decidiré si me quedo en algún campamento solidario, a echar una mano, o paso al país. Hay que estar allí, para ver y decidir qué hacer. Tengo la intuición de que todo el esfuerzo que he puesto hasta el momento me dará la oportunidad de desarrollar mi vida acorde a lo que me propuse un año atrás: profundizar en la historia de Myanmar y transmitirla a los demás, pero como escribí en mi libro, tan solo seguimos el camino que la vida nos marca».