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«Llegué a donde vivo sin entender por qué tenía que huir siendo yo la víctima»

La mallorquina Helena Cueto cuenta en un libro su experiencia de maltrato

Helena, desde un lugar de Andalucía, nos cuenta lo mucho que ha sufrido.

| Palma |

Mi nombre es Helena Cueto, más conocida como H, soy una mujer polifacética, que a través de la escritura, la fotografía y/o la pintura encontré cómo sacar todo aquello que me dolía y que no entendía por qué me pasaba. Soy –añade– nacida de Mallorca, aunque mis padres son andaluces. Tal vez por ello siempre me sentí más del sur que de la Isla, ya que mi familia es de cuatro de sus ocho provincias. Hace un tiempo que tomé la decisión de marcharme de Palma, puesto que a menudo las órdenes de alejamiento no funcionan, y menos las que son preventivas hasta que sale el juicio y se dicta sentencia. Así que decidí poner mucho mar de por medio. El comienzo en mi ciudad actual ha sido muy duro. Llegué destrozada, con el corazón roto y sin entender por qué era yo la que tenía que huir siendo yo la víctima… Pero así son las leyes…

Cambiamos a los niños que sufren bullying de colegio, en vez de que se vayan los acosadores, y con las víctimas de violencia pasa igual. Gracias al IAM (Instituto Andaluz de la Mujer), y gracias también a Soledad, mi psicóloga individual, y a Amelia, mi psicóloga en terapia grupal, reúno las fuerzas suficientes para poder darle vida a Paz en busca de su inocencia, que es cuando me convierto en escritora novel. El día 4 de abril de este año, Paz por fin tiene voz. Y aun no tiene tres meses de vida y ya va por la tercera edición, y más de un docente quiere que sea libro de lectura para sus alumnos de bachillerato, avalado por el (IAM). Así que he dejado mi trayectoria de comercial para presentar en diferentes ciudades a Paz, porque la mayoría somos Paz».

Soy Paz, pero puedo ser...

Todo esto nos los cuenta Helena desde la ciudad andaluza en la que se instaló hace dos años, tras haber abandonado la Isla, habiendo dejado en ella a su familia. Su historia es muy dura, por no decir terrible, a caballo entre los malos tratos y las violaciones –la primera fue cuando tenía 6 años–, que ahora cuenta en un libro, Paz, en busca de su inocencia, de 130 páginas, que escribió en cinco meses, que, como asegura, va ya por su tercera edición, y que tendrá dos partes más. A través de un colega, hemos llegado hasta ella, pidiéndole que nos cuente su historia sin tapujos. Tal cual fue. Debes ser muy concreta –le decimos–, pues las páginas de los diarios tienen sus limites en cuanto a espacio, pero cuéntalo todo. Nos dice que vale, que lo intentará, pero que no dirá nombres y...

«Soy Paz, pero también soy Luisa, Juana, Paula, Gema, Conchi... Soy una más de tantas mujeres a las que callaron la voz. Desde muy temprana edad, abusaron de mí en el jardín de un restaurante. El autor, un desconocido. A través de mi libro, Paz en busca de su inocencia, me he dado cuenta de que muchas/os hemos pasado por situaciones similares, que también intentamos crecer con ello sin que afecte a nuestro alrededor, y que nadie note lo que callamos por miedo a no ser comprendidos… O que nos hicieran sentir culpables de ello. Cuarenta años han sido los que he necesitado para sacar todo cuanto llevaba escondido dentro de mí: años de abusos por parte de parejas, compañeros de instituto y colegio, desconocidos, entre ellos un monitor en un campamento de verano… Años y años creciendo entre sombras y tinieblas hasta caer de repente en el infierno».

«Me convirtió en adicta al infierno»

Asegura que con su libro da respuesta a los que le han preguntado que por qué no ha seguido en silencio, sin sacar nada a la luz… «Pues porque a mí, lo que realmente me escandaliza, es que sigamos haciendo ver que todo es normal, cuando no lo es. Que sigamos excusando comportamientos de abusos o, simplemente, que no se les dé la importancia que tienen. Porque ocultarlo es hacer que el individuo crezca con traumas, mucho de ellos irreparables e irreversibles, sin olvidar los años de terapia que se necesitan para poder ver la luz... Ni que decir de llevar una vida normal, en paz, en busca de su inocencia… Por eso hago mucho hincapié en este tipo de abusos, en cómo detectarlos... Hago también que os cuestionéis muchos de vuestros aprendizajes, por supuesto no todos válidos».

Tras una breve pausa, suponemos que para ordenar sus pensamientos, sigue con su relato:
«He vivido casi toda mi vida en el infierno, en mayor o menor grado de abuso, con diferentes demonios… Hasta que conocí al ser supremo, al narcisista con rasgos psicópatas… A ese tipo de Ser, como yo lo denomino, y que es el peor personaje que se puede cruzar en tu vida… Me volvió loca, me hizo vivir una realidad totalmente distorsionada a la verdad. Me tenía la mente tan confundida, que ya dudaba hasta de cómo me llamaba. Por eso me rendí a su voluntad, olvidándome de mí, mientras que él se crecía, a la vez que yo me apagaba hasta que, psicológicamente, me ganó la batalla… Cualquier cosa era excusa para la discusión y humillación. Lo que antes se quedaba en casa, ahora trascendía.

‘Paz en busca de su inocencia' va ya por la tercera edición.

Era tal el abuso, que me aisló por completo de todo mi círculo, tanto de amistades como familiar… Y una vez que eso pasa, llegan las agresiones… A menudo me dejaba inconsciente después de ahogarme… Sí, eso pasó en más de una ocasión. O, si no, me rompía cuadros encima, me lanzaba objetos, o bien me cogía con fuerza de los brazos dejándome cardenales… Por no hablar de las violaciones. Sí, ese era mi día a día… Me convertí en una muñeca, siempre bonita, perfecta y disponible para él, pero no tenía voz y mucho menos voluntad. Cualquier cosa que fuera diferente a lo que él quería, era un motivo de agresión… Todo eso hizo que me convirtiera en una adicta a ese cielo e infierno al que sucumbí en algún momento… Y es que el maltrato no es de un día para otro; es algo que te hacen 24 horas al día. Empieza de forma muy sutil, tanto que la primera agresión la excusas, porque te hacen vivir una relación idílica de amor... La típica relación donde la princesa es salvada… Solo que en la realidad solemos terminar quitándonos del medio, o bien asesinadas...»

Muchos os veréis reflejados

Helena se toma de nuevo un breve descanso. Deben de ser tantas las cosas que se le acumulan en su mente que de vez en cuando hay que ordenarlas... «En esta primera parte de mi libro –prosigue– hablo de mi infancia y adolescencia, que es donde está la clave de por qué callamos tanto, repetimos patrones con las parejas, e incluso con amigos/as. Muchos os veréis reflejados en cualquier parte de la trilogía, cuya segunda parte verá la luz en noviembre, y en abril del año que viene la última. También hablaré de mi etapa en el mundo BDSM, o roles de sumisos y amos, juegos de humillación con límites... Será un libro que dejará muy poco a la imaginación, y que muchos os preguntareis cómo una mujer que ha sido abusada sexualmente se mete en ese mundo... Pero todo tiene un por qué… Y más cuando la mente ya no soporta ciertas vivencias, sino que busca vías de escape para poder soportar y vivir con ese dolor. También, si he decidido contar mi historia es porque ya no siento vergüenza ni miedo a ser juzgada. En todo caso, eso lo deben de sentir las personas que me han humillado, vejado, violado, agredido, manipulado y anulado. Los que me han destrozado una parte de mi vida… A quienes también les tengo que agradecer que, gracias a todas las mierdas que me hicieron tragar, las he convertido en luz y esperanza para aquellas personas que creen que no hay salida, demostrándoles con mis libros que sí, que la hay… Que hay más caminos que el que nos muestran… Solo que hay que mirar desde la calma, esa que los seres nos roban».

Helena, cuya familia sigue viviendo en Palma, no sabe si algún día se dará una vuelta por la ciudad en la que nació y vivió más de cuarenta años, y en la que aun vive gente que la quiere… Se nos ocurre que el motivo de su visita podría ser, tal vez, la presentación de su libro en cualquier librería de la ciudad. Lo pensamos porque aquí también hay mujeres, que al igual que ella, sufren maltrato, con la diferencia que, hoy por hoy, no saben cómo salir del pozo en que están metidas. «Pues igual sí, vengo algún día con mi libro bajo el brazo, a presentarlo, como he hecho en algunas ciudades de Andalucía, y como haré, pronto, en Melilla. Si eso sirve de ayuda para las que sufren, seguro que me veis pronto por ahí».

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