Hace al menos 1600 millones de años vivieron en los cursos de agua unas criaturas microscópicas cuyos fósiles moleculares se han encontrado en rocas de aquella época y podrían ser los vestigios más antiguos de nuestro linaje. El descubrimiento de este «mundo perdido» microscópico, que publica este miércoles Nature, podría cambiar la comprensión de nuestros primeros antepasados. Todos los seres vivos con células eucariotas (las de los animales, plantas y hongos, con el ADN envuelto por una membrana) tienen un primer ancestro común conocido como LECA, que vivió hace 1200 millones de años, pero que debe de haber sido precedido por otras formas de eucariotas.
Un grupo de investigadores australianos, franceses y alemanes, ha descubierto en rocas de mediados del Proterozoico (desde hace 2500 millones de años a 542 millones) abundantes protosteroides, unos compuestos primordiales que habían pasado desapercibidos hasta ahora como testigos fósiles de la vida primigenia. Esas firmas de biomarcadores apuntan a la existencia de toda una serie de organismos hasta hoy desconocidos que dominaron la vida compleja en la Tierra y habrían vivido al menos mil millones de años antes de la aparición de cualquier animal o planta.
Nombradas genéricamente como «la biota del protosterol», la existencia de estas criaturas microscópicas que forman parte de los organismos eucariotas, ha sido descubierta por un equipo liderado por Jochen Brocks, de la Universidad Nacional Australiana (AUN). «Los restos moleculares de la biota del protosterol detectados en rocas de 1600 millones de años parecen ser los vestigios más antiguos de nuestro propio linaje: vivieron incluso antes de LECA», señaló otro de los firmantes Benjamin Nettersheim, de la Universidad de Bremen (Alemania).
Estas criaturas, que prosperaron desde hace unos 1600 millones de años hasta hace unos 800 millones, abundaban en los ecosistemas marinos de todo el mundo y probablemente moldearon los ecosistemas durante gran parte de la historia de la Tierra. Aunque se desconoce cómo eran, Brocks indicó en un comunicado de su universidad, que habrían sido más complejas y presumiblemente más grandes que las bacterias: «Creemos que pueden haber sido los primeros depredadores de la Tierra, cazando y devorando bacterias».
Se diferenciaban de la vida eucariota compleja tal como la conocemos (animales, las plantas y las algas) en su estructura celular y quizás en su metabolismo, que estaba adaptado a un mundo con mucho menos oxígeno en la atmósfera que el actual, según el Centro Alemán de Investigación en Geociencias (GFZ). Tampoco se sabe cuándo se extinguieron exactamente estos antiguos seres, aunque se apunta al Periodo Tónico, cuando empezaron a florecer organismos nucleados más avanzados, como los hongos y las algas. «Al igual que los dinosaurios tuvieron que extinguirse para que nuestros antepasados mamíferos pudieran hacerse grandes y abundantes, quizá la biota del protosterol tuvo que desaparecer mil millones de años antes para dejar espacio a los eucariotas modernos», dijo Brocks.
Para realizar el descubrimiento, los investigadores estudiaron moléculas de grasa fósiles, conocidas como protosteroides, halladas en el interior de una roca sedimentaria de 1600 millones de años -mediados del Proterozoico- que se había formado en el fondo del océano cerca de Australia. Las moléculas poseían una estructura química primordial que apuntaba a la existencia de criaturas complejas primitivas que evolucionaron antes de LECA y que se habían extinguido desde entonces. Sin estos biomarcadores «nunca habríamos sabido que existía biota del protosterol, los científicos habían pasado por alto estas moléculas durante cuatro décadas porque no se ajustan a las imágenes típicas de búsqueda molecular», según Nettersheim.
Pero una vez que supieron lo que buscaban constataron que docenas de otras rocas, extraídas de cursos de agua de mil millones de años de antigüedad de todo el mundo, «también rezumaban moléculas fósiles similares». El Premio Nobel de Medicina de 1958 Konrad Bloch predijo, en 1994, la existencia de este tipo de moléculas primigenias, por lo que estos hallazgos le darían la razón. Sin embargo, consideró que estas moléculas primordiales intermedias nunca se encontrarían porque no pueden sobrevivir en el registro geológico, aunque ahora, esta investigación indica que no es así y sugiere que pueden persistir restos de protosteroides en la roca durante más de mil millones de años.