El arte ecológico está de moda. Esta corriente observada de cerca por arquitectos, paisajistas y botánicos sorprende a quienes se cruzan con una pared fértil en el lugar más insospechado. Cambiar el gris por el verde, esa es la consigna de estos muros creativos o ‘ecosistemas verticales', como los llama Alberto Trabado, de Vertical Garden Mallorca. Pero estas obras que con el paso del tiempo van cambiando de forma, perfume y color no solo decoran, también son excelentes aislantes acústicos, capturan el azufre que liberan los automóviles, nos proveen de oxígeno e incluso ayudan a controlar la temperatura. Y no es todo. «Un jardín vertical de un metro cuadrado puede recoger hasta dos kilos de partículas de aire al año, lo cual es una forma bastante sana de limpiar el ambiente». Y no olvidemos que transmiten un aura de tranquilidad muy especial.
A partir de la observación de la flora tropical, el botánico francés Patrick Blanc creó el primer jardín vertical en 1988, revolucionando la arquitectura y el paisajismo moderno. Estas creaciones tienen el poder de transformar cualquier pared o muro en un nuevo espacio lleno de color y belleza natural. La ventaja adicional es que el cambio es instantáneo. En ello toman partido estructuras especialmente diseñadas que permiten cultivar distintas especies de plantas, «más de una veintena, casi todas las que suelen vivir en zonas rocosas, aunque se utilizan plantas de prácticamente todo el mundo. Hay gente que las quiere tropicales y otros buscan un popurri de color». En cuanto a su ubicación, explica el experto que «pueden instalarse tanto en interior como exterior, aunque hay sitios ideales como los patios o los interiores con ventanas cerca que requieren menos cuidado y tienes un abanico más amplio de plantas con las que poder trabajar». Por contra, «si lo pones en un sitio donde pega el sol de lleno nos limitamos muchísimo».
Tres posibilidades
Existen tres especies de jardín vertical: el hidropónico, una variante que consiste en «meter las plantas entre dos telas que se humedecen a través de riego y las raíces se van formando dentro de las telas, estos jardines no tienen tierra». Por otra parte tenemos el naturpots, que utiliza «pequeños maceteros con diferentes sustratos, es lo más parecido a un jardín natural. Este es un sistema muy fácil de cuidar». El tercer jardín vertical es el estabilizado, «es meramente decorativo, similar a un muro artificial pero hecho con plantas vivas que están estabilizadas y por tanto no necesitan mantenimiento». Mención aparte para el jardín artificial, aunque este juega en otra liga. «No es con el que más trabajo, pero a veces algún cliente lo pide». Está hecho a base de plásticos y en su confección «se pueden mezclar elementos estabilizados con artificiales. Es puramente decorativo», advierte. Y aunque algunos tipos de jardín pueden combinarse, para el experto el ecosistema vertical auténtico «está vivo y necesita ciertas atenciones».
Trabado recrea espacios naturales inspirándose en la montaña. Estudió un grado específico de jardinería y asegura que «no todo el mundo está preparado ni tiene los conocimientos técnicos adecuados para dedicarse a esto». Confiesa que el montaje más elaborado que ha llevado a cabo en un domicilio privado se prolongó «ocho meses, entre prepararlo en el taller y montarlo. Es un ecosistema vertical en el que utilizamos cascadas de agua, piedras, rocas y un estanque».