Carlos Losa García está volviendo a nacer; está haciéndose con la manilla que le devolverá a lo que fue antes, aunque no con la intensidad de como vivió la vida antes, pues no va a dedicarla totalmente a algo en concreto, olvidándose de lo demás, sino que lo va a hacer, primero, mirando por él, y luego por los demás, sobre todo a aquellas personas que puedan necesitar alguna ayuda, o cuando menos a que sean más felices.
«El trabajo me engulló»
Carlos, durante 28 años, fue directivo de una gran empresa, que en temporada alta tenía 75 trabajadores, y en baja, 50, lo cual requería mucha atención y dedicación por su parte. «Y como en un momento determinado me creí que la empresa era mía, dediqué prácticamente todo el día a ella. Incluso cuando cerraba, seguía pensando… Trabajando para ella… Sí, mi preocupación por que todo funcionara me engulló de tal manera, que dejé de lado todo lo demás, y en ello incluyo mujer y dos hijos pequeños. Y es que cuando se deshace el equilibrio entre los roles personales y laborales, estás listo. Sí, porque, como digo, al dejarlo todo por la empresa no solo te pierdes sino que empieza el problema, entre otras cosas porque ves que la vida te pone a prueba cuando tienes un divorcio delicado y ves que la esposa y madre toma la decisión de irse a vivir a otro país, dejando a los hijos contigo. Porque es ahí cuando te das cuenta de las necesidades de éstos, cuando antes no era una parte importante, ya que, supuestamente, la madre estaba ejerciendo. En cambio ahora tienes que hacer de padre y madre, ya que los has de llevar al colegio porque son pequeños. Llevarlos desde Llucmajor, donde vives, al colegio de Palma, recogerlos a medio día, volverlos a llevar por la tarde y recogerlos de nuevo cuando acaban las clases, para llevarlos de nuevo a casa, hacerles la cena, acostarlos… Y todo eso, que tienes que hacer porque no hay otro que lo pueda hacer por ti, hace que se multipliquen tus problemas personales, que sumado a la responsabilidad laboral, que como digo es ya superior a la personal y familiar... Pues no te queda más remedio que pedir ayuda al psicólogo, cosa que hice, quien me derivó a Salud Mental, en Emili Darder (Polígono de Levante), donde me sometieron a cincuenta sesiones de terapia, con psiquiatra y psicóloga, lo cual me obligó a pedir la baja laboral, que para mí, por tener que dejar de trabajar, fue lo peor del mundo, pero… ‘¡¡¡Tienes que parar!!!', me decían quienes me atendían, por cierto, gente muy bien preparada, que me hicieron entender que la depresión, cuando menos me lo esperaba, había llamado a mi puerta, para trasladarme a un mundo que nada tenía que ver con lo que había estado haciendo antes. De ahí pasé a la Fundación Sophia, donde reconozco que me salvaron la vida, por lo que estoy muy agradecido a la directora, Herminia Gisbert, y a su equipo. Gracias a ellos empecé a ver la vida de otra manera. Gracias a ellos –concluye su exposición– y a los trabajos que hice sobre sabiduría, inteligencia emocional, egiptología, etc., me di cuenta de que ahora caminaba al encuentro del equilibrio, para ver las cosas de otra manera... Y para olvidarme de mi pasado laboral, me acostumbré a prescindir del traje y la corbata, sustituyéndolos por el chándal, las zapatillas y el pelo largo».
Ayudémonos unos a otros
Si llegas a la caída en picado sin darte cuenta, como le ocurrió a él, recuperarte no es fácil. Siempre aparece algún fantasma del pasado que pone palos en las ruedas de la recuperación, fantasmas a los que se tuvo que enfrentar él, y que hicieron que la recuperación no esté siendo fácil. Fantasmas como el querer suicidarse. «Sí, más de una vez me pasó por la cabeza quitarme de en medio, todo porque te preguntas ¡qué haces¡, y como no encuentras respuesta, ni salida, pues……».
Pero él, con esas ayudas, se olvidó del suicidio, y erre que erre, sigue, y más cuando los hijos son mayores, y ha encontrado una mujer maravillosa que le quiere y le ha dado otra hija...
Carlos, hoy
«A fin de recuperarme del todo, decido hacer algo que nada tiene que ver con lo que hacía antes, y que, en parte, ayuda a los demás… Hago sonreír a muchos, sobre todo a los niños… Sí, no he tenido más remedio que reinventarme como decorador de eventos, para lo que asistí a unos cursos que al respecto da el SEPE. Una vez formado, creé la empresa Adamotions: A, por mi hija Ainhoa, D, por mi otro hijo, David, y A, por mi otra hija, Abril, y Motions porque mi intención es la de hacer cosas por los demás; y encima cambié el traje y la corbata por el de Micky Mouse, dedicándome a decorar y animar bodas, bautizos, comuniones, para lo que cuento con el Espejo mágico, el Fotomatón de 360 grados, elementos propios de Halloween, globos, etc. Por cierto, hablando de globos, para decorar espacios con ellos, tuve que hacer cursos de globos en Sorpresas y Globos. Y todo esto lo estoy consiguiendo con lo que me queda de la paga, con muchos sacrificios, con lo que gano en los eventos,... Pero, sobre todo, con las ganas que tengo de vivir».
Por último, lanza al aire unas propuestas, «dirigidas a las personas que, como yo, pasan por malos momentos. Yo les aconsejo ponerse en manos de profesionales, ir a la Fundación Sophia, asistir a cursillos del SEPE, lo cual les hará ver la vida de otro modo a como la ven ahora…. Por otra parte, busquemos unos a otros, reunámonos, hablemos de lo nuestro, ayudemos a otros que están en las condiciones en las que estuvimos nosotros…. Porque ¡sí se puede!. Lo digo porque si alguien que esté en las mismas condiciones en las que yo estuve quiere contactar conmigo, ¡encantado!, que me llame al 651 894147, y hablamos sobre las pautas que he seguido.