Como en un viaje en el espacio-tiempo, paracaidistas y soldados de Infantería de las tropas aliadas se concentraron en Son Bonet, que se trasladó a los acantilados de caliza blanca del norte de Francia, en 1944. El aeródromo no cruzó ningún agujero de gusano; la explicación es mucho más simple. Aprovechando la restauración de la aeronave Douglas C-47, miembros de la Agrupació de Recreació Històrica de Mallorca participaron en una llamativa sesión fotográfica.
«Somos un grupo de coleccionistas y apasionados de la historia militar. Recreamos uniformes y escenas en conflictos bélicos de los siglos XIX y XX. En este caso, vamos como norteamericanos y británicos en los meses posteriores al desembarco de Normandía. Sabemos que es una ilusión, que no estamos en 1944, pero intentamos que la recreación sea lo más fiel posible a la historia», dice Joan Cortés, el responsable del grupo, por lo que en la sesión se evitan los anacronismos; desde detalles como la barba, que podía entorpecer la curación de las heridas de guerra, hasta lo más obvio, como los objetos tecnológicos de nuestros días. Durante una hora, ataviados con uniformes repletos de detalles, a lo largo de la sesión los entusiastas recrearon diferentes escenas de carácter bélico con el Douglas C-47 y un Jeep Willys MB del 1945 como un atrezzo al nivel de las producciones hollywoodienses.
Como curiosidad, según explican los coleccionistas, todas las armas que aparecen en las imágenes -granadas de mano, fusiles de cerrojo, revólveres, subfusiles o carabinas- son réplicas fabricadas por la empresa menorquina Denix, de Ciutadella. «Este avión estuvo en el ejército americano entre 1942 y 1945, pero no participó en Normandía. Acabada la guerra, el ejercitó lo enajenó y pasó a ser un avión de carga de empresas privadas», explica Biel Mestres, secretario de la Asociación de Amigos de la Aviación Histórica, cuyos voluntarios llevan restaurando la aeronave desde 2018.
En la década de los 90, la empresa mallorquina Aeromarket lo adquirió. Tras su quiebra, quedó abandonado en Son Bonet y pasó a ser propiedad de la empresa estatal AENA y acabó expuesto a la intemperie. La asociación consiguió reunir a un grupo de personas relacionadas con la aviación: técnicos de mantenimiento, mecánicos, pilotos y entusiastas. El Douglas C-47, fabricado en aluminio, presentaba un avanzado estado de corrosión, solucionado con un par de lijadas, dos capas de imprimación y otras dos de pintura. Asimismo se ha reconstruido su motor izquierdo y el sistema eléctrico exterior. Todavía queda por restaurar el interior de la cabina pero, poco a poco, el avión va recuperando el esplendor de su pasado.