En ocasiones me pregunto por qué vivir en el mundo real cuando podemos hacerlo en nuestra cabeza. Suena tentador. Lo de vacunarse contra la realidad, digo. Contra los lunes. Contra la rutina. Contra los grises. ¿Acaso no han llegado al escritorio de su oficina y, con la mirada clavada, perdida, en la pantalla del ordenador, han fantaseado con paisajes exóticos y aventuras en escenarios cambiantes? De eso van estas líneas, de lanzarse tras los sueños. Una frase que luce genial en nuestra taza favorita pero que nadie pone en práctica.
Nautica.pro ayuda a sus alumnos a conseguir un trabajo. Ya. Y también una academia de mecanografía, dirán. Claro que una vez licenciados, a los primeros se les abre la posibilidad de desempeñarse a bordo de una embarcación, cuya proa apunta siempre al horizonte. Mientras que a los segundos la diosa fortuna les depara un apasionante porvenir tecleando cartas comerciales. Ustedes mismos. Está claro que lo primero, además de ser un trabajo, colinda peligrosamente con el brumoso universo de los sueños.
Tras franquear la puerta, tomo la empinada escalera que conduce a la piscina. Allí, un grupo de alumnos se prepara para iniciar las maniobras de supervivencia en caso de naufragio. El sol aprieta, te aplasta contra el suelo. Rondan los 40 grados y tan solo hay una improvisada lona a la sombra. Allá que nos vamos. Mientras el grupo, la mayoría chicas y chicos de veintipocos, comienza las maniobras no sin antes haber deslizado sobre el agua la balsa autohinchable, indispensable en caso de abandono del buque. «Aquí están resguardecidos del mal tiempo, dentro hay equipamiento para sobrevivir: hay bolsas de racionamiento, sistemas para pescar, para potabilizar agua, vienen bengalas y espejos para hacer efecto rebote y que otros barcos te vean…», explica Juan Cardell, subdirector de Nautica.pro, un centro adscrito a la Escuela Balear de Náutica, donde se imparten todo tipo de cursos, orientados tanto a la náutica de recreo como a la profesional. Para ello recurren a las últimas tecnologías audiovisuales, taller-laboratorio de motores y electricidad, simulador de navegación, piscina con olas y una explanada para las prácticas de seguridad marítima, donde en estos momentos los alumnos están realizando el módulo de ‘Supervivencia en el mar'. «En caso de abandono del barco, les enseñamos el protocolo a seguir, tienen que disparar bengalas para que les vengan a rescatar. Cada año hay unos cuantos naufragios, en especial en la costa entre Eivissa y Formentera, donde cada temporada dos o tres barcos se van a pique». Nadie dijo que el trabajo ideal fuera perfecto.