Asombro, breve exaltación y larga serenidad es el orden de sensaciones al navegar por primera vez en un llaüt eléctrico; la nave se desliza grácil sobre el mar, sin emitir más sonido que la leve vibración de la hélice. Los astilleros mallorquines Medvolt Marine, en el polígono Can Valero, y Nauta Morgau, en Felanitx, unen tradición y vanguardia en la construcción de llaüts a motor eléctrico con el objetivo de hacer de la navegación una actividad más sostenible y respetuosa con el medioambiente.
«En el contexto de crisis climática, y obligados por ley a reducir las emisiones de carbono, la navegación eléctrica es una necesidad imperiosa. En menos de una década, así como no se podrán vender coches diésel, tampoco se podrán vender barcos diésel, o estarán muy limitados. Alrededor de un tercio de los Fondos europeos va destinado a la descarbonización y a la transición energética. Nos hemos acercado a las Administraciones y se prevé que en el segundo semestre de este año lleguen las ayudas para la navegación eléctrica», sostiene Gonzalo Coterillo, CEO de Medvolt Marine, empresa fundada durante la pandemia.
De origen cántabro, la familia Coterillo posee una dilatada trayectoria en el mundo de la construcción naval, primero en Santander, después en Venezuela y, desde hace más de veinte años, en la Isla. Ahora, Medvolt ofrece tres opciones: un llaüt de menos de cinco metros como línea de entrada, enfocado al particulares; un llaüt de 7,3 metros, con una cubierta muy diáfana que invita al descanso, para el chárter náutico con patrón, y otro de nueve metros, que se encuentra en fase de diseño y está inspirado en el llaüt copino.
El segundo modelo, que es el que aparece en las fotografías, lleva un motor de 10 kW y cuatro baterías de litio de 5.000 Wh. Tiene una autonomía de ocho horas a una velocidad media de cinco nudos, es decir, puede cubrir 40 millas, suficiente para ir a Cabrera y volver. Gonzalo asegura que la motorización eléctrica, además de ser positiva para el medio, reduce el coste total de propiedad: «En un barco gastas cada año el diez por ciento de su valor en mantenerlo. Los motores de combustión son muy complejos, tienen una media de 2.000 piezas móviles que se desgastan y, en el hostil mundo marino, requieren de un gran mantenimiento.
El eléctrico solo tiene una pieza que se mueva: el eje con sus imanes, el mantenimiento se reduce a echarle aceite cada dos años». Pero no todo es vanguardia y modernidad. Para mantener la esencia del llaüt, se ha contado con el asesoramiento y el trabajo artesanal de mestres d'aixa; Sebastià Vidal se ha encargado del aparejo y las piezas de madera, su vela latina es obra de Velas Matheu y las poleas están fabricadas por Joan Ramon Bordoy: «Se potencia una navegación tranquila y ecológica, se elimina el ruido y la contaminación y se valora nuestra navegación tradicional. Al final es una evolución natural: se pasó del remo a la vela, de esta a la combustión, y ahora al eléctrico», afirma el artesano de Portocolom.
La seguridad es una cuestión que surge recurrentemente al hablar de baterías y motores eléctricos dentro del agua: «Apostamos por una tecnología madura. Utilizamos baterías de Torqeedo, desarrolladas por BMW, las mismas que usan en sus coches. Las baterías son estancas y cada una tiene un ordenador que controla en todo momento el estado y, si hay algún problema, la desconecta».
Además, en busca de una sostenibilidad integral, se ha revisado cada componente del barco: la madera de teca, que en muchos casos procede de deforestaciones ilegales, se sustituye por el flexiteek, una cubierta de teca sintética muy duradera, de bajo mantenimiento y reciclable; la pintura antifouling, un químico que libera biocidas para mantener el casco libre de flora y fauna marina, se sustituye por Hempel's Silic One, un recubrimiento antiincrustante sin biocidas, y «aunque en la primera tirada hemos usado una laminación tradicional de fibra de vidrio, difícil de reciclar, los siguientes saldrán con fibra de lino y resina de base biológica», dice Gonzalo.
Por su parte, Nauta Morgau, fundada en 2019 por el artesano Marc Balaguer, que presentó su ‘Navilera' de 4'96 metros en julio del año pasado, pensada para el chárter, se encuentra en pleno crecimiento. En estos instantes están trasladando su astillero a Felanitx para aumentar el volumen de producción. Sus embarcaciones están construidas en madera, dejando de lado plástico y fibra de vidrio, y no se utilizan clavos, tablas ni estopa, ya que la estanquidad de las naves viene proporcionada por la madera laminada y encolada con resina epoxy, formando un solo cuerpo. Su catálogo cuenta con diferentes modelos, como la ‘Bonkora', con una eslora de 8 metros y un motor de 50kW, la ‘Navilera Port', concebida para realizar labores de control y vigilancia en reservas naturales protegidas o de especial interés natural, o la línea d'aixa, réplica de los cascos de evolución centenaria en el Mediterráneo.
Reconversión
De forma paralela al diseño y la construcción de llaüts eléctricos, Medvolt ofrece la opción de remotorizar embarcaciones. «Hemos logrado que la Marina Mercante nos autorice a certificar la reconversión; de este modo evitamos los costes de una empresa certificadora externa, un trámite complejo. En la reconversión extraemos el motor de diésel y nos deshacemos del tanque, tubo de escape y cualquier otro elemento innecesario, preparamos el barco y le metemos el motor eléctrico y las baterías», explica Javier Coterillo, director técnico de Medvolt, donde reconvierten llaüts de menos de diez metros, naves de más de 15 metros a motorización híbrida, embarcaciones con fueraborda y veleros de hasta 15 metros a motor eléctrico con hidrogeneración, que recarga baterías mientras se navega a vela.