Tras dos años de pandemia, el fin de la obligatoriedad de la mascarilla en interiores en casi todos los países ha devuelto la sensación de normalidad. La mascarilla se ha vuelto en Occidente en todo un símbolo de la pandemia de coronavirus. Sin embargo, ya era habitual mucho antes del COVID ver a gente en Japón paseando por las calles con mascarilla.
El cubrebocas llegó a este país asiático con la anterior gran pandemia, la de la gripe española, a principio del siglo XX. La mitad de sus 57 millones de habitantes se contagió y 400.000 fallecieron. Desde entonces, se instauró su uso y fortaleció el sentimiento de protección y cuidado colectivo. Eso sí, lo que verdaderamente asentó la mascarilla como complemento habitual de los japoneses fue la epidemia del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) a principios de los 2000. El país nipón, al utilizar de por sí la mascarilla, fue la región asiática donde menos impactó el SARS, por lo que afianzó la confianza y el uso popularizado de esta medida de precaución.
Pero la mascarilla no se deja ver solo durante crisis sanitarias. En situaciones normales es común que los nipones se la pongan si están enfermos, para no contagiar al resto y como señal de respeto hacia el prójimo. También es habitual usarla cuando los niveles de contaminación del aire superan los recomendados en las grandes ciudades o para prevenir episodios de polen.