La fotografía abraza un gran número de significados, por ello es una manifestación polisémica y para comprenderla es importante reconocerle su propia gramática. Se trata de un vocabulario focalizado en una sintaxis determinada. Igualmente, cuenta con una precisa forma de articular ese lenguaje visual, sin duda, refrendado por el modo, la manera y el proceder de cada uno de los autores, definido como 'estilo'. Pepe Cañabate (Palma, 1952), uno de los más reconocidos y puristas profesionales de la fotografía de las Islas, pone de manifiesto en sus obras la precisión de la toma, el dominio de la técnica, la minuciosidad en la impresión, la concreción en la búsqueda del soporte idóneo y, muy especialmente, en la siempre rigurosa indagación.
La idea de fotografiar rincones del polígono de Son Castelló, una zona industrial a priori poco llamativa, surgió por casualidad. «A mí siempre me ha gustado hacer fotos por la noche. Paseando con mi perra empecé a hacer fotos, sin trípode ni nada, y me sorprendió el resultado. Son mundos totalmente distintos, el del día y el de la noche, y regresé con el trípode». Los preparativos para escoger las localizaciones se prolongaron durante dos meses, o más, pero Cañabate se planteó el trabajo como una afición. Comenzó a buscar localizaciones de día, pero luego, en la noche, todo resultaba distinto.
Acompañado por su perra, recorrió todo el polígono, siempre de noche, para detenerse cuando encontraba algo de interés que pedía ser fotografiado, pero evitando carteles y letreros de neón. Y lo hizo durante quince noches, en el mes más frío del invierno que acaba de terminar, con temperaturas que a veces bajaban hasta los 4,5 grados. Empezó a colgar fotos en Instagram y el propietario de iGallery, Toni Perelló, se interesó de inmediato. Ahora presenta en esa galería la exposición de fotografías denominada Nightpol. Una propuesta integrada por una serie documental realizada bajo el amparo de la noche en el polígono de Son Castelló.
A través de sus expertos encuadres y bajo una muy analítica mirada, crea ámbitos tan inéditos como singulares, convirtiendo esos corrientes parajes o zonas industriales –cuya ajetreada actividad diurna al caer la noche toma aspectos ignotos–, en imágenes potentes, en estructuras de singulares líneas y afilados vértices, de frías luces y cálidas sombras, en un apasionante alegato a la acción geométrica –verdadero lenguaje de la plástica, como aseveraba el gran maestro J. Torres-García–, o transpone lo anecdótico a lo universal. Un total de trece fotografías son las que están expuestas, pero Cañabate realizó más de cincuenta, y sigue haciendo fotos en Son Castelló porque «cuando profundizas, vas hilando más fino». Ese afán de perfección le hace regresar al mismo lugar una y otra vez. En su conjunto, Pepe Cañabate desarrolla ejercicios de una gran contundencia y al mismo tiempo de una exquisita sensibilidad en los que la mirada diferente y personal encuentra un esencial y conciso equilibrio.