Recuperar el orfeón La Protectora. Éste es el objetivo que se han marcado Toni Fiol y su hijo Rafel. Ambos guardan una gran relación con esta agrupación musical nacida en 1869 y que desapareció hace ya casi 30 años, en 1993. El suegro de Toni Fiol fue Rafael Jordà Albons (1925-1999), último director de La Protectora y quien inculcó también la pasión por la música a su nieto Rafel, director del Palma Gospel Singers.
La sociedad La Protectora nació en 1869, pero el orfeón no lo hizo hasta 20 años después. Rafael Jordà llegó a La Protectora en 1942, con 17 años de edad. Todavía en la adolescencia, y poco después de tener que cambiar su residencia a Palma desde su pueblo natal, Felanitx, obligado por las represalias franquistas contra su familia, empezó a cantar, con su excepcional voz, como solista en la iglesia de Santa Cruz. «Mi suegro entendió la música como una forma de cultura que eleva el alma, pero también como un gran medio para unir a las personas y fomentar el hermanamiento y la solidaridad entre ellas», explica Toni Fiol.
La Protectora fue un refugio de ‘mallorquinidad' durante el franquismo. En los años 70 y 80, herida de muerte la Sociedad, Rafael Jordà asumió la responsabilidad de dirigir el Orfeón y, al mismo tiempo, las funciones de secretario de una junta directiva apenas sin fuerzas para remar. Con una masa social muy envejecida, Jordà afrontó la gestión de la sociedad prácticamente en solitario y continuó hasta 1993, año en el que La Protectora se disolvió definitivamente. Atrás quedaba la visión de progreso, el esfuerzo y el corazón de personajes como Bernat Calvet, José Tous Ferrer, fundador de Ultima Hora; Pau Coll o Jaime Pomar.
Entre el patrimonio cultural de este orfeón destaca la composición La Senyera, que Jordà soñaba como himno de Mallorca. «Pero también le gustaba mucho La Balanguera. De hecho, en 1989 el orfeón interpretó las dos», explica Fiol. La Senyera es una composición de unos cuatro minutos y medio con letra de Jaume Pomar y música de Pau Coll, cuya batuta se ha convertido en el emblema de la agrupación y que pasó de mano en mano hasta recaer en las de Jordà, que además fue cofundador de la agrupación Balls de Mallorca y que en su labor docente tuvo como alumno a Tomeu Penya. Hoy su nieto aspira a sucederle como director. Para ello tiene previsto organizar una serie de audiciones hasta lograr un número suficiente de integrantes, que se puede incrementar en un futuro. «Lo ideal son unos 60 miembros, pero se puede empezar con menos», explica Rafel, a quien le encantaría revivir el legado cultural de su abuelo encarnado en este orfeón que destacó no solo por su labor musical, sino como vertebradora del pueblo mallorquín.