Pep Pons es un trescador profesional. A este jubilado afincado en Inca lo conocen como es Sinever o es Gemelo, y para toparlo lo mejor es «darse una vuelta» por los lugares de interés patrimonial e histórico. «No me gustan los bares», precisa. Él prefiere las bibliotecas donde poder rebuscar información e inspiración para sus proyectos de investigación cultural. Y eso que de joven no tuvo muchas oportunidades para estudiar.
«Soy autodidacta. A diario voy a la biblioteca y muchos me preguntan 'por qué no escribes un libro'. Yo no sé tanto como eso» agrega, aunque la verdad es que es demasiado humilde, visto todo el conocimiento que atesora. A Pep Pons lo conocen bien en los archivos y registros municipales, pues es un asiduo a consultar sus catálogos sobre patrimonio. Una de sus mayores curolles son los relojes de sol. No en vano Pons ha recorrido toda la geografía mallorquina y tiene fotografiados y correctamente referenciados los cerca de 1.100 relojes de sol que hoy en día se calcula que existen en Mallorca.
«La conozco bien. Me interesa todo de ella, desde los relojes de sol hasta las possessions, molinos, tafones, torres de defensa costeras, nidos de ametralladoras, búnkeres y baterías de cañones, ermitas, playas y llogarets. Lo de los relojes de sol es algo muy curioso, no creo que haya muchos sitios comparativamente con más relojes de sol que Mallorca. ¿Por qué? Quizás porque aquí tenemos muchas horas de sol al año, también en invierno, y porque un temps el mundo rural pesaba mucho», explica el trescador.
No obstante, no solo ha visitado y fotografiado relojes de sol de Mallorca en el entorno de fora vila; también los hay más urbanos, en plazas, iglesias y edificios de uso civil. Sus ojos ya están entrenados y cuando llega a un lugar nuevo ellos mismos se posan en los lugares donde es más probable que los encuentre, como teulades o clastres interiores.
Al igual que Pons, Miquel Àngel Garcia Arrando, autor de la obra Los relojes de sol de Mallorca y miembro de la Comisión de Relojes de Sol de la Asociación ARCA es una de las personas que más sabe sobre este patrimonio. Tanto que lleva más de treinta años recorriendo la Isla en busca de nuevos hallazgos. «Mallorca es uno de los lugares del mundo con más relojes de sol por metro cuadrado, se debe a que el campo de la Isla está muy edificado y hay muchas possesions, cada una de ellas tiene como mínimo uno», explica. «Antiguamente todas las possessions de alta alcurnia tenían un reloj de sol como mínimo. En otras, como Son Torrella de Santa Maria, encontramos hasta tres. Era un símbolo de poderío», añade Pons.
El más antiguo del que tiene noticias salió a la luz por casualidad en Santa Margalida, en el portal de la iglesia que da a la parte de la plaza, y está datado de 1576. Entre los lugares donde más abundan los relojes de sol se encuentran Palma y alrededores, Llucmajor y Felanitx, todos ellos con más de un centenar. Con tanto donde elegir le cuesta quedarse solo con uno, aunque él mismo ha elaborado una selección de los más representativos de cada municipio. En consecuencia, su archivo fotográfico vale oro.
Por su parte, el especialista y autor Arrando cuenta que hasta el siglo XVIII fue un elemento con una utilidad muy práctica, ya que los relojes mecánicos eran muy caros y muy pocas familias podían permitírselos. Asegura que se trata de un elemento muy distintivo de la Isla y los diferencia en dos tipos. Por un parte están aquellos pegados a la pared, que «suelen tener una leyenda en latín y ser más grandes» y, por otra parte, los que se sitúan por encima de tejados, que son «más pequeños y siempre están orientados hacia el sur».
En Mallorca hay catalogados más de un millar de relojes solares, sólo en Palma hay 112. «Siempre van apareciendo nuevos», asegura el especialista. Entre los existentes en el centro de Ciutat destacan los de la Plaça Joan Carles I, en la Iglesia de Sant Nicolau y en la fachada del número uno de la calle de la Bosseria. También los hay en la Plaça de Santa Eulàlia (en la esquina con el carrer Cadena, sobre el último balcón), en la Plaça Sant Francesc (sobre el frontón de la iglesia), en el carrer Portella y en el carrer Palau Reial. En el Passeig Marítim también se pueden encontrar relojes de construcción más reciente, como los del Parc de la Mar o el Moll Vell.
La Isla se ha consagrado como un paraíso para el turismo gnomónico. En España es un caso único, tan solo en la zona del Baix Penedès de Tarragona se puede encontrar algo similar.
Según el experto los relojes de sol representan uno de los elementos de patrimonio más desconocidos por la población. «La gente se piensa que es un simple palo en la pared y están equivocados, es el primer elemento astronómico creado por el hombre», señala. Y añade: «para poder proteger un elemento hay que conocerlo».
En este sentido todavía queda mucho por hacer, a día de hoy tan solo existe un catálogo de relojes de sol elaborado por ARCA que es de uso interno. Desde las instituciones, en el año 2011 la Direcció Insular de Patrimoni del Consell de Mallorca consiguió ayudas del Ministerio para restaurar los relojes solares de Galilea, Galatzó y los de la rectoría de Alaró y Raixa. Desde entonces no se ha dado ningún movimiento relevante en relación a los relojes de sol de Mallorca, un elemento patrimonial de larga tradición y un presente incierto.