Dicen que cuando Alejandro Magno murió en Babilonia fue trasladado hasta Macedonia en un recipiente lleno de miel, y su cadáver llegó intacto. El efecto preservante de la miel se debe a su baja concentración de agua, igual al que permite la gran conservación de las frutas en almíbar, impidiendo también el desarrollo de bacterias y hongos. En un mundo en el que los consumidores reclaman cada vez más productos naturales, el sector de la miel se enfrenta a grandes oportunidades pero también a enormes desafíos. De la cultura apícola hablamos con Rafael Llinàs, experto en la materia, que nos recibe en su casa de Santa Eugènia con un sugerente brebaje, un «red bull natural», como él lo llama.
Esta reconstituyente bebida, que recomienda tomar al levantarse, antes de ir a trabajar, esta hecha a base de «zumo de naranja con pulpa, una cucharadita y media de miel, para que aporte energía; otra cucharada y media de polen, para que aporte proteína; y finalmente añadimos unas gotas de propóleo, que es una sustancia que fabrican las abejas y refuerza el sistema inmunológico. Con esto, tienes que empezar muy bien el día y evitar resfriados», asevera el experto. Y es que la miel ha acompañado al ser humano desde sus orígenes. Las pinturas rupestres de la Cueva de la Araña, en Valencia, que se remontan al 7.000 AC, muestran como un hombre está recolectando este preciado bien, que forma parte de la dieta mediterránea desde la época de los egipcios. De hecho, en la tumba del faraón Tutankamón se encontraron vasijas con miel en perfectas condiciones, a pesar de los 33 siglos transcurridos. No es de extrañar, pues, que en sus origenes, en la denominada ‘luna de miel' los antiguos romanos depositaran un cuenco con miel en la alcoba nupcial para ‘reponer energías'.
Reinventarse
Con la crisis económica de 2008, Rafael Llinàs se quedó sin trabajo y tuvo que reinventarse. «Siempre he vivido en el campo, y como me gustan las abejas comencé a formarme en apicultura y a adquirir colmenas. Mi idea era vivir de esto, pero me dí cuenta de que no daba lo suficiente y me metí en otros temas relacionados con la miel, como las visitas a apiarios, apadrinamientos de colmenas y cursos de apicultura». También puso en marcha el proyecto educativo ‘La colmena feliz', por el que ya han pasado 14.000 niños en los más de 400 talleres que ha impartido. Estos cursos «tratan de sensibilizar sobre el problema medioambiental de la desaparición progresiva de los polinizadores». Llinàs subraya la importancia de este trabajo, apoyado por la Conselleria de Cultura del Govern, a través de la plataforma ‘Viu la Cultura'. No en vano, aproximadamente el 30 por ciento de los cultivos agrícolas del mundo dependen de la polinización, y es un valor que hay que preservar.
Al final, cosas del destino, Rafael ha acabado ganándose el pan como educador ambiental bajo el cuño de su propia marca: Apicultura Mallorca. Aunque también produce su propia miel «en pequeñas cantidades», realiza rescate de enjambres, catas de miel y otras actividades relacionadas con el medio.