Loryc, la mítica marca automovilística mallorquina, cumple 100 años. Antonio Ribas y Rafael de Lacy fueron quienes primero importaron transportes mecánicos en la Isla. Cuando recaló en Palma el técnico Alberto Ouvrard, Ribas y Lazy se asociaron con él para la fabricación de sus propios automóviles y nació así la Loryc (Lacy, Ouvrard, Ribas y Cía) en 1920.
Ya desde ese mismo año, según se explica en la web autopasion18.com, «las ventas marchaban bien, y pronto la Loryc contaba ya con más de 60 empleados. Para darse más a conocer, Loryc también se inició en el mundo de la competición y logró magníficos resultados en pruebas tan prestigiosas como la Vuelta a Cataluña, el Trofeo Armangué o la Barcelona-Zaragoza-Barcelona».
Sin embargo, el carácter de los Loryc no era precisamente deportivo; desde el comienzo se trató de ofrecer un coche económico, robusto, sencillo y fiable. Y en estos primeros tiempos la receta funcionó perfectamente. Incluso la firma acudió, en 1922, a la II exposición Internacional del Automóvil de Barcelona y logró elogiosas críticas. El mismo rey Alfonso XIII se interesó personalmente por la nueva firma nacional, y estuvo un rato charlando con el señor Ribas.
Esta prometedora firma comenzó a tener serios problemas a partir de la publicación del Real Decreto de 22/4/22, por el que se liberaba de cargas aduaneras los coches importados, multiplicando en cambio los aranceles de los componentes. A partir de este momento todo fueron problemas para Loryc, puesto que aparte de multiplicarse el precio de los materiales necesarios, estos eran retenidos hasta tres meses en las aduanas. Cuando se ajustó el precio hasta llegar a las 5.000 pesetas (por debajo de coste, ya que un Citroën 5 cv costaba 4.500 pesetas, Loryc no aguantó mucho, y en 1923 la fábrica cerró sus puertas tras haber fabricado casi un centenar de automóviles. La sociedad fue disuelta poco después, en febrero de 1925.
La marca cayó en el olvido hasta que hace unos años el inventor alemán recuperó la marca y fabricó varios modelos eléctricos. El último es el Batteryrunner cuya batería mayor está libre de cobalto y tiene 160 kW/h. Con un consumo de sólo 14 kW/h por 100 kilómetros, esto da un rango teórico de más de 1.000 kilómetros, lo que supondría un récord mundial. Al estar fabricado en aluminio y pesar sólo 450 kilos, su creador afirma que esta hazaña es factible. En enero se intentará el récord en un laboratorio de Colonia.
El coche eléctrico con mayor autonomía actual es el modelo S de Tesla con hasta 630 kilómetros. Bosch se muestra muy crítico con gran parte del sector automovilístico. «Fabrican coches eléctricos que permiten alcanzar grandes velocidades, pero la batería se gasta en minutos. Mi concepto es diferente. Me gusta la naturaleza y la alta velocidad, pero no juntos. ¿O ha visto alguien alguna vez una cabra a 200 km/h por las montañas de la Serra? Cuando vamos demasiado rápido no tenemos tiempo de absorber la belleza de nuestro entorno».
En cuanto al diseño, Bosch reconoce que podría haber hecho un diseño más elegante. «Pero para eso ya está Ferrari. La diversidad representa la vida y si hubiera podido, habría usado neumáticos cuadrados».