Volvemos la vista atrás, ahora para reivindicar la figura de otra mujer de bandera, injustamente olvidada: Jimena Quirós, la primera oceanógrafa española. Seguramente fue su madre el gran ejemplo que permitió a Jimena desarrollar una brillante carrera científica a pesar de todos los impedimentos que su época ponía a las mujeres. Hija menor de un ingeniero que cambiaba constantemente de domicilio y de una docente que fundó su propio colegio, poco después de su nacimiento, el padre abandonó a la familia, por lo que su progenitora tuvo que sacar adelante a la familia ella sola.
Nacida en Almería el último año del siglo XIX, a los diecisiete años marchó a Madrid para estudiar en la universidad, un privilegio reservado a pocas féminas. Se hospedó aquellos años en la Residencia de Señoritas, hoy una institución legendaria –destinada a fomentar la enseñanza universitaria para mujeres–, donde conoció a figuras clave de la lucha feminista española, desde su fundadora, la pedagoga María de Maeztu, a algunas de sus compañeras y profesoras: Victoria Kent, María Zambrano, Maruja Mallo, Zenobia Camprubí, Gabriela Mistral, Clara Campoamor...
Inteligente y estudiosa, ya antes de licenciarse fue convocada por el recientemente creado Instituto Nacional de Oceanografía (IEO) para participar en la preparación de una importante campaña de investigación desde el centro de la institución en Santander. Recién obtenido su título en Ciencias con Premio Extraordinario, se embarcó a bordo del Giralda , que había sido el yate real de Alfonso XIII, convertido en buque oceanográfico, para recorrer las costas del Mediterráneo como ayudante del oceanógrafo y naturalista francés Julien Thoulet.
Fue la primera vez que una mujer se hacía cargo de algo así en la historia de España. Seis meses después aprobaba la oposición que la convertía en ayudante de laboratorio en la sede palmesana del IEO, adonde llegó a finales de 1921. Fue también la primera mujer contratada por este organismo.
No permaneció aquí demasiado tiempo, sus intereses le llevaron a trabajar en el laboratorio de Málaga, cuyas investigaciones concluyeron en el primer artículo científico firmado por una mujer en nuestro país. Durante los años siguientes regresó a Madrid, se estrenó en el área de la docencia, viajó a París para ampliar sus estudios en la presitgiosa Sorbona y obtuvo una beca que la llevaría a Nueva York, para estudiar en la Universidad de Columbia, considerada una de las mejores del mundo.
Feminista
Pero Jimena no solo tenía ojos para la ciencia. Era una mujer joven, inteligente y ambiciosa, que había crecido en un hogar dirigido por otra mujer valiente. Ya en sus tiempos de la Residencia de Señoritas había tenido la oportunidad de compartir experiencias e ideas con algunas de las mujeres más vanguardistas del momento. De todo ello surgió la Asociación Juventud Universitaria Femenina, a la que se unió entusiasta. Con la caída de la dictadura de Primo de Rivera y antes de la proclamación de la II República, Jimena Quirós y su hermano ingresaron en el Partido Republicano Radical Socialista, donde presidió el Comité Femenino con el objetivo de conseguir la igualdad de los derechos de las mujeres. Un año después España logró el voto femenino.
La Guerra Civil vino a truncar muchas cosas en la vida de esta mujer. Su hermano fue fusilado y ella perdió su plaza de funcionaria en el Instituto Oceanográfico y su puesto como profesora de instituto por sus ideas izquierdistas y feministas. Sobrevivió ejerciendo la docencia en instituciones privadas y nunca dejó de luchar legalmente para recuperar lo que se le había arrebatado injustamente. Logró su rehabilitación en 1969, tres décadas después, cuando ya estaba jubilada. Cuidó de su madre hasta su muerte y nos dejó en 1983.