«El nacimiento de mi hija ha sido el momento más importante de mi vida. Y necesitaba estar en un entorno conocido y rodeada de las personas que yo había elegido, es decir, sentirme totalmente segura», cuenta Natalia Alós, una mallorquina que hace tres años decidió que su hija Libertad nacería en su propia casa, en lugar de un centro hospitalario, acompañada por su pareja, la doula que le había asesorado durante el embarazo y un comadrón privado. Fue un parto rutinario y sin complicaciones.
Como Natalia, otras 43 mujeres en Baleares eligieron parir en casa en 2017, según datos del INE. Una opción minoritaria, sin duda, con cifras muy lejanas a las de las madres que eligen la opción medicalizada para alumbrar, pero totalmente legal, que en diversas ocasiones se ha puesto en tela de juicio. La decisión de un juez de obligar judicialmente a una embarazada de Oviedo en 2019 a dar a luz en el hospital, contra su deseo de parir en casa, pone sobre la mesa las diferentes opciones que tienen las futuras madres, el concepto de parto respetado, e incluso la libertad de la mujer a decidir.
«Se trata de un caso de intervencionismo total. Me aterra el precedente. Mañana me puede pasar a mí, le puede pasar a cualquiera», denuncia Verónica Riutort, secretaria de la Associació Naixença, entidad que tiene como objetivo defender el derecho a un embarazo, un parto y una crianza respetuosa y fisiológica.
El bando a favor de la opción medicalizada esgrime cifras que sugieren que las muertes fetales durante el parto domiciliar se triplican, las abanderadas de alumbrar en el hogar y muchos expertos en medicina obstétrica reiteran que no hay mayor peligro entre una opción u otra. ¿Adónde debe llegar cigüeña? La polémica está servida.
Evolución del parto
En la década de los 60 y 70 el parto pasó de tener como escenario habitual los hogares a meterse de lleno en los hospitales con el objetivo de reducir la mortalidad de los recién nacidos. Pero como critican muchas asociaciones de mujeres, embarazadas y colectivos del ámbito de la sanidad, «se intervino demasiado». Como explica Roser Gallardo, matrona y responsable de la Associació Naixença, el parto pasó de ser algo natural y fisiológico a dejar de respetarse los tiempos para parir: «Epidural, calmantes y oxitocina para acelerar el alumbramiento estaban y están a la orden del día», enumera la matrona.
¿Tanto avance médico sólo ha servido para convertir un acto natural en algo mecanizado? «Ahora en los hospitales se trabaja de otra forma y se intenta hacer todo lo más natural posible. Pero queda mucho camino por recorrer», confiesa Gallardo. Por eso, aún sigue habiendo un sector de mujeres que prefieren optar por lo que se conoce como «parto natural o respetado». Y a la actitud crítica de muchos obstetras con esta decisión, Gallardo les lanza un mensaje: «Parir en el hogar no es una vuelta atrás, les pido que se reciclen profesionalmente».
En este sentido, su compañera en la Associació Naixença, Verónica Riutort, recuerda que Baleares es un caso único. Un apartado del artículo 7 de la Ley de Salud de 2003 menciona directamente que las embarazadas deben ser «informadas adecuadamente» de las opciones de parto, «ser protagonistas» en el nacimiento y «decidir» sobre las intervenciones no estrictamente necesarias, excepto en los casos en los que la urgencia de la situación lo impida. «El paternalismo respecto a la mujer encinta es llamativo. Nos tratan como si estar embarazadas significara ser unas enfermas... es una mentalidad difícil de erradicar. Pero luchamos para ponerle fin», recalca Verónica Riutort.
Opciones en Mallorca
Canadá, Alemania, Inglaterra, Países Bajos y en todos los nórdicos la opción de alumbrar en el domicilio es muy habitual y la cubre la seguridad social. En algunas regiones de Italia, no en todas, el parto domiciliar está subvencionado. Mientras que en España es una opción voluntaria, por lo que su coste corre a cuenta de la embarazada, lo que puede suponer entre los 1.500 y los 2.000 euros.
En Mallorca hay hasta cuatro equipos con años de experiencia ayudando a parir en casa, pero para elegir esta opción debe cumplirse un protocolo: tratarse de un parto de bajo riesgo, la futura madre debe estar bien informada, contar con personal sanitario cualificado en el momento del nacimiento y que el lugar para el alumbramiento esté situado cerca de un centro hospitalario por si se presenta alguna complicación. Desde el servicio de Obstetricia de Son Espases también recomiendan –no prohíben – que la embarazada no sea primeriza, ya que este tipo de partos son más largos y conllevan más riesgos para el bebé. La opción de parir en una casa de partos, habitual en Países Bajos o Alemania, comienza a implementarse en Euskadi, Catalunya y Valencia, pero se encuentra en fase de estudio en las Islas.
«Lo primero que hay que decir es que la mujer que opta por el parto domiciliar no es ninguna perroflauta, ni una antivacunas. Es una persona muy informada, de clase media-alta, que tiene conciencia sobre su cuerpo y que se ha asesorado sobre todas las opciones posibles a la hora de parir», señala Mikel Mantxola, comadrón privado con 35 años de experiencia en Mallorca, cuyas palabras corrobora Natalia Alós, que dio a luz en casa. «No fue una decisión a la ligera. Nos informamos bien de lo que había que hacer, de la gente con la que teníamos que contar y de los riesgos que podía conllevar», dice Alós.
Misma opinión comparte Cristina Seguí, que trabaja como doula, una profesión tan importante como poco conocida en las Islas, que ejerce de acompañante de la embarazada durante el proceso de gestación, el parto y la crianza del recién nacido: «Hay gente que critica nuestra labor sin saber lo que hacemos. Una doula no es una matrona, no trabaja como sanitario durante el alumbramiento. Estamos presentes para ayudar a que la embarazada y sus acompañantes estén lo más cómodos posibles durante todo el proceso. Como ya les conocemos, podemos saber con antelación qué necesidades tienen sin que lo digan. Y en un proceso como un parto, le puedo asegurar que ayuda mucho», agrega Seguí.