El paraíso está a un solo click o a golpe de GPS. Las redes sociales, los blogs especializados, las aplicaciones móviles o las mismas promociones de Mallorca, con sus aguas cristalinas casi de ensueño, pueden convertir una playa solitaria en un centro comercial en hora punta. Es el furioso poder de la imagen. Y el refrán ‘una imagen vale más que mil palabras' es más actual que nunca. «Los turistas que nos visitan ahora están muy informados. Uno puede encontrar información de cualquier tipo con solo teclear en el ordenador», explica Marcos Taboas, director de la división online de una conocida multinacional, al tiempo que señala la importancia de la imagen para las nuevas generaciones, que muestran lo que hacen en todo momento. «Sin escribir, mejor con fotos. Algo así como ‘mira qué bien me lo estoy pasando», explica.
Para muestra, un botón: en redes sociales como Instagram, el año 2018 se subían una media de 30.000 fotos diarias con el hashtag #Mallorca en temporada alta. Ahora mismo hay subidas 10 millones de fotos en esta red social con esta etiqueta. Muy superior a otras islas del Mediterráneo –aunque Ibiza triunfa con 15 millones–, competencia directa del Archipiélago balear.
Llenos hasta la bandera
Pero esta promoción gratuita también conlleva sus peligros. Ejemplos de cómo puedes pasar de una cala pequeña y coqueta, de esas que hace un par de años solo frecuentaban mallorquines y algún que otro turista curioso, al colapso lo conocen bien los sufridos manacorins, que dan por perdida Cala Varques, quizá su arenal más querido, hasta la bandera día sí, día también.
¿Quieren más ejemplos? Siguiente postal: observar el espectacular paisaje de la península de Formentor mientras conduces, parar en el mirador de Es Colomer y llegar hasta el faro. Desistan también. Incluso en abril y un día entre semana, las colas son kilométricas. Esta masificación ha obligado a muchos a seguir publicando fotos, pero eliminando la ubicación: «Nos hemos dado cuenta del problema, y cuando un lugar corre el peligro de masificarse, nos abstenemos de ponerlo», señala Alberto Espejo, publicista de profesión y uno de los administradores de la cuenta @Igersmallorca en Instagram, con más de 22.000 seguidores, aunque confiesa que «al final, el turista siempre termina enterándose de la ubicación».
En este sentido, Daniel Avilés, responsable de la página de Facebook ‘Hi balearic', con más de 91.000 seguidores y vídeos virales sobre las Islas, algunos con más de 1.500.000 visualizaciones, aporta su granito de arena: «No todas las playas están masificadas. Quizá sí es Trenc u otras similares, pero en mis vídeos sale lo que veo, y uno puede estar a solas en la playa si quiere. Solo hay que buscar el lugar», finaliza.
Lo que esperas, lo que recibes
El famoso Caló des Moro, en Santanyí, que el año pasado se codeaba entre los mejores arenales del mundo, según una revista norteamericana que ni siquiera se edita en Europa, hace unas semanas fue la portada de un controvertido reportaje de The New York Times titulado ‘36 horas en Mallorca'. La imagen de la cala, bellísima, como siempre, y totalmente vacía, no ha dejado de crear memes en redes sociales. ¿Cuándo han visto este arenal vacío? Lejos quedan ya los tiempos en que algunos pícaros santanyíners retiraban los letreros municipales que señalaban la dirección de esta paradisíaca cala. Ahora ya no sirve de nada. Es la dictadura de la imagen.
«También tiene su parte negativa – explica Marcos Taboas –. En marketing se llama sesgo de anclaje. Tienes una impresión idílica de Mallorca, pero al llegar te pierden la maleta, no encuentras taxi, no te tratan bien en un restaurante y la playa a la que quieres ir parece un festival... eso te da una impresión que luego será harto improbable cambiar. Lo que quiero decir es que una foto es positiva, información inspiracional, pero su recorrido es corto. Instagram es un bálsamo hasta cierto punto. Son las instituciones y el sector servicios los que deben cumplir las expectativas del turista. Y queda mucho camino para lograrlo», lamenta Taboas.