La estructura del Titanic, intacta desde que el trasatlántico se hundiera en su viaje inaugural en 1912, podría dejar de estarlo debido a la autorización de una juez de Virigina (EE.UU.) para que una compañía corte y recupere el telégrafo inalámbrico Marconi del buque, según han informado este martes medios locales.
La juez de la corte federal de Norfolk Rebecca Beach Smith aprobó este lunes la expedición organizada por la empresa RMS Titanic Inc, que consideró «una oportunidad única para recuperar un artefacto que contribuirá al legado dejado por la indeleble pérdida» de esta nave.
La decisión de esta jurista marítima, que preside la corte encargada de gestionar los asuntos relacionados con el Titanic, contradice a la hecha por el mismo tribunal en el 2000, cuando ella todavía no formaba parte de este triibunal, que dictaminó que no se podía cortar o sustraer ninguna parte del barco.
A pesar del nuevo edicto, la realización de esta expedición no está asegurada, ya que, según informan medios locales, la misma corte tiene todavía que aprobar la financiación del proyecto, algo que podría antojarse difícil debido a la actual pandemia de la COVID-19.
Si finalmente RMS Titanic Inc recibe el visto bueno, la compañía planea lanzar la operación este verano empleando robots de alta tecnología que extraerían el ansiado telégrafo.
Sin embargo, la financiación puede no ser la única traba de este plan, pues los mismo medios apuntan que la Administración Nacional de los Océanos y la Atmósfera (NOAA) de EE.UU. ha argumentado ante la juez que el Titanic debe ser respetado, pues es la tumba de las en torno a 1.500 personas que perecieron en el naufragio.
El Titanic, considerado el más lujoso buque de pasajeros de su época, zarpó el 10 de abril de 1912 desde Southampton (Inglaterra) con el objetivo de cruzar el Atlántico hasta Nueva York en el que era su viaje inaugural.
Tras hacer escala en Francia e Irlanda, el Titanic colisionó con un iceberg el 14 de abril y se hundió 2 horas y 42 minutos después, ya el día 15, al sur de Terranova (Canadá), arrastrando consigo a más de 1.500 pasajeros y tripulantes, mientras que otras 705 personas lograron sobrevivir a la tragedia.
Su telégrafo inalámbrico, uno de los primeros de este tipo, tuvo un papel protagonista en el naufragio, pues fue a través de este que la tripulación del navío recibió las alertas sobre la presencia de un iceberg, avisos que decidieron ignorar, y desde el que más tarde los técnicos de comunicaciones mandaron las señales de socorro.