Hoy les traemos otra historia muy ligada al confinamiento por el coronavirus. Vamos, que si no fuera por este, lo que les vamos a contar no se lo podríamos contar, pues no hubiera existido. El hombre se llama Iván Donev Popov, es búlgaro y vecino de la ciudad de Sliven.
Es pensionista y llegó a Mallorca como turista el pasado día uno de enero con la intención de pasar unas vacaciones en la Isla. Y llegó, según nos contó, en su caravana tirada por su coche, recorriendo Croacia, Italia, el sur de Francia y embarcando en Barcelona con destino a Palma. Y aquí le ha pillado la cuarentena por el coronavirus, lo cual le obliga a estar confinado en su Roulotte.
No puede salir de la caravana
Contó que se había quedado sin dinero, que una tía suya que vive en Mallorca se quedó confinada en Sevilla, por lo que, como tampoco puede recibir dinero de su país, su hijo le ayuda como puede, pero no es suficiente. Aparte, como también tiene la presión alta, le cuesta conseguir las medicinas que necesita, en lo cual le está ayudando la Cruz Roja, que además le proporciona comida, que junto con la que le hace llegar Ayuda a tu gente, se alimenta.
«Yo le dejo las noches que paso por aquí –nos dijo Miguel Sánchez, de dicha ONG–, agua, leche, galletas, bocadillos y un poco de fruta. Parece un buen tipo al que el coronavirus ha atrapado aquí. Tiene unos compatriotas, que viven en un coche no muy lejos de aquí, pero no puede hablar con ellos porque no puede salir, si no, le multan».
Iván tiene otro problema: que no puede salir de la Roulotte, ya que si lo hace, le multan. Ya le han multado dos veces. Tiene dificultades para utilizar la nevera y la cocina. Y como no tiene permiso para moverse de donde está, para según qué necesidades se las tiene que ingeniar.
Nos contaba una amiga nuestra, Carolina Márquez, que estuvo hablando con él, que Iván le dijo que cuando se levante la cuarentena, vendrá su hijo desde Bulgaria a ayudarle. Mientras tanto, ahí sigue, contando los días que faltan para el próximo sábado.