La semana pasada os conté que Gabriel Gordiola Pujol, exlegionario de la BRIPAC, a quien un mal salto –no se le abrió el paracaídas– terminó con su carrera y a punto estuvo de poner punto y final a su vida. Ello le hizo reincorporarse a la vida civil, donde las cosas no le rodaron bien, terminando en la más absoluta pobreza. Tanto, que vive en una barraca, pues el sueldo que percibe, unos 700 euros, no le dan para mucho, y más cuando le da 300 a su novia, que vive en Inca «porque lo necesita más que yo». Gabriel, a diario desde su dormitorio se traslada a Tardor, donde desayuna, come y se lleva algo para cenar a cambio de trabajar en ese comedor como voluntario. Y así un día, y otro, y otro…
Bien, pues Gabriel, este viernes, Día de los Enamorados, invitó a almorzar a su novia a Tardor con la intención de regalarle un dibujo que le ha estado haciendo en una lámina, en el que ha puesto su nombre, Leonor. «Y también le voy a entregar el anillo, pues la voy a pedir en matrimonio».
Resuelto
¿Qué necesita una pareja en una circunstancia como esa y en un día como ese?, nos preguntamos. Una mesa, un rincón agradable, música en consonancia y una tarta. A través de los amigos de Facebook resolvimos parte del problema. El escultor Toni de la Mata nos mandó, vía WhatsAap, el teléfono de una violinista. «Llámala de mi parte, que ella se prestará. Es muy buena y solidaria». Llamamos a la violinista, a quien planteamos el tema: Queremos dar una sorpresa a una pareja en el Día de los Enamorados. No solo aceptó, sino que nos propuso que contáramos con un fagotista y otra violinista. Genial, ¿no? Luego, llamamos a Ángel Cortés, el pastelero que le hizo tartas a los okupas de la casa de Boris Becker, al Papa, a Michael Douglas y a doña Pilar de Borbón, y le pedimos una tarta para la pareja. «Eso está hecho», dijo.
El viernes a mediodía, Gabriel y Leonor ocupaban una mesa del comedor de Tardor. Cuando Gabriel le dio el dibujo a Leonor, vieron aparecer ante ellos a tres jóvenes, dos con un violín y el otro con un fagot, que tras colocar otros tantos atriles con sus respectivas partituras comenzaron a tocar A Thousand Years. Gabriel y Leonor flipaban, y los de su alrededor, también. Discretamente, miramos a Gabriel y le hicimos el ademán de que le colocara el anillo. Y Gabriel se sacó del bolsillo el anillo y se lo puso en el anular de la mano izquierda de Leonor, la cual, en esos momentos, había alcanzado las cotas más altas de su asombro… y felicidad. La cosa no terminó ahí, pues de pronto apareció Ángel con la tarta, que colocó sobre la mesa y, dándoles un cuchillo, les invitó a cortarla…¿Os imagináis el momento…? ¡Ah!, y para que no faltara de na, Toni Bauzá, de Tardor, les hizo entrega de un sobre, con cincuenta euros, «que ha dejado un amigo para vosotros».
Pues que viva San Valentín. Seguro que Gabriel y Leonor no olvidarán ese día. Ni Carolina Parejo, ni Elena Lotysz, las violinistas; ni Daniel Fernández, el del fagot…Ni nadie de los que estuvimos allí.