Antonio Monteagudo García, nacido en Palma y criado en la Porta de Sant Antoni, hijo de un carpintero y de una ama de casa, vive con ella, con su madre, en la antigua cárcel de Palma, en lo que fueron viviendas de los funcionarios. Y viven ahí porque carecen de medios que les permitan vivir en otro lado. Es más, él, por no tener, no tiene ni los quince euros que le cuesta solventar un problema que le origina su documento de identidad, que se le rompió y él pego, pero que a efectos oficiales no sirve; por tanto, cuando va al paro a pedir que le apunten o a solicitar una ayuda, le dicen que el documento no vale.
¿Que por qué ha llegado a esta situación? Él está convencido de que ha sido por la mala suerte que ha tenido. Y no le falta razón, pues al poco tiempo de nacer le detectaron síndrome nefrítico, que afecta a sus riñones, que le obligó a pasar parte de su infancia en hospitales de aquí y de Barcelona. «En el de Vall d' Hebrón me pasé un año».
«Vivir donde vivimos no es fácil»
A los doce años empezó a recuperarse. Incluso de adulto, trabajó en hostelería como friegaplatos y pinche de cocina. Ahora está en el paro, «pero yo intento salir, yendo de un lugar a otro, teniendo entrevistas, pero me dicen que ya me avisarán». Él cree que le dicen eso porque el estado de su boca, en la que le faltan bastante piezas «debido a la medicación que me dieron, muy fuerte y durante años… Y como se fijan en la imagen, y la mía, por eso, no debe ser la que ellos buscan, me dicen que ya me avisarán. Pero no me avisan». Nos asegura que cuando solucione lo de su DNI, «iré a Dentistas Sobre Ruedas a que me digan si me pueden ayudar… O que me digan lo que tengo que hacer para que me ayuden».
Mientras tanto, su madre y él viven como pueden, «pues mis hermanos bastante tienen con sacar adelante a sus familias». El chabolo, que es como llama él a las dos dependencias de la vieja cárcel donde viven, «lo hemos amueblado a base de cuatro cosas que había en él y de lo que nos encontramos por las noches en los contenedores, ¡qué se yo!, un colchón, una mesa… En fin, con cosas que tira la gente porque ya no les sirven; en cambio, a nosotros sí».
Cuenta que la vida en la vieja cárcel no es fácil, «pero nosotros procuramos ir a lo nuestro, sin meternos con nadie de los que allí viven y que, como nosotros, son personas que no tienen posibilidades de vivir en otro lugar. Vivimos sin luz, ni calefacción, ni agua, por lo que cuando hace frío nos tapamos con mantas».
¿Por qué a mí...?
A veces piensa que por qué le ha tenido que tocar a él esta vida. Enfermo de pequeño y sin trabajo, y sin dinero ahora. «A veces me acuerdo de cuando era pequeño, que estaba enfermo, sí, pero teníamos una casa y vida estable, con trabajo…. Pero viendo cómo estamos ahora, a veces me rebelo, pero como me doy cuenta de que no gano nada con ello, vuelvo a la realidad y procuro hacerla frente como puedo. Porque, créame, no es fácil vivir sin nada, y al decir nada me refiero a que, como me gusta el fútbol, si quiero ver el partido he de ir a una bar, pero como no tengo dinero ni para un café, he de quedarme en la calle viéndolo a través de la ventana o de la puerta. O… ¿Sabe que ya ni me acuerdo cuándo celebramos la Navidad o la Nochevieja…? Ahora, esos dos días, para nosotros son otros dos días cualquiera en los que hemos de seguir luchando para subsistir. Por ello, ahora a nada que solucione lo de mi DNI voy a seguir buscando trabajo… Porque encontrarlo es muy importante para mí». Nos alegramos, y más cuando sabemos que Toni Bauzá, de Tardor, le ha dado el dinero que necesita para resolver ese problema.
Y… Bueno, pues cada vez que nos encontramos con una caso como éste, nos acordamos de cuando nos cabreamos porque se nos ha roto una pata de las Rayban, o cuando queremos cambiar de móvil, que nos funciona a la perfección, por el último modelo, el que tiene tres cámaras, o comprarnos la tablet con boli y no nos alcanza el dinero.