Pilar de Borbón, fallecida este martes a los 83 años, pasó su último verano en Mallorca, como no podía ser de otra manera. A pesar de que su salud ya se había visto mermada por el cáncer de colon que le diagnosticaron en febrero, no dejó de viajar hasta la Isla hasta poco antes de su fallecimiento. Una complicación la llevó a ser ingresada en la Clínica Rotger en septiembre; a la salida, quiso agradecer la atención recibida. «Este doctor me ha salvado la vida», manifestó a la salida.
En 1996, su residencia en Palma fue derribada por mandato judicial por un tema urbanístico. A pesar del disgusto que ello le supuso, continuó viajando hasta Mallorca todos los veranos, instalándose en la urbanización Sol de Mallorca, donde también tiene una residencia su íntima amiga Mayte Spínola.
El pasado 12 de octubre, sin ir más lejos, asistió acompañada por su hija Simoneta a la fiesta de la Hispanidad en Palma, mostrando un aspecto muy mejorado tras su ingreso hospitalario.
En esos días no dejó de hacer la compra en la Mercat de Santa Catalina, que frecuentó durante más de 30 años y recibió la visita de la reina Sofía, con quien almorzó acompañada por unas amigas.
Tenía previsto viajar a Mallorca en febrero, como acostumbraba a hacer cada año. Aquí encontraba su «mundo perfecto» y pasó grandes temporadas acompañada por su marido, Luis Gómez Acebo, y sus cinco hijos, aprovechando el tiempo que le dejaban sus obligaciones para darse largos baños de mar.