Sorprende entrar en el interior de un DC-3 que participó en el Desembarco de Normadía, acontecimiento que cumple este jueves su 75 aniversario. Parece más pequeño de lo que aparenta, conserva su columna de control en la cabina de mando y poco más. En España hay nueve Douglas DC-3 más, aunque el que se encuentra en la entrada del aeródromo de Son Bonet –desde hace 12 años– no puede presumir de su estado de conservación. Necesita algunas actuaciones urgentes para evitar más su deterioro, como proteger el fuselaje (rascado y pintura ecológica), hinchar los neumáticos y recuperar la iluminación exterior.
Prácticamente a su lado se encuentra un Antonov An-2R, también llamado Annushka, un biplano monomotor –el más grande construido– extremadamente robusto y dedicado a la fumigación (su último trabajo lo llevó a cabo en África) que ha cumplido ya diez años en Son Bonet. Una empresa trajo varios a Mallorca para alquilarlos, pero quebró y uno se quedó aquí. En su interior todavía conserva una tolva (donde se almacenaba el material para fumigar) y su cabina de manos está tan deteriorada como la del DC-3. Necesita con urgencia una limpieza general, proteger los planos, lubricar el motor y una mano de pintura.
Hace pocos meses
Los dos son aviones históricos y los dos serán restaurados por iniciativa de la Asociación de Amigos de la Aviación Histórica (presente en las redes), constituida hace pocos meses con el objetivo de restaurar, mantener, promocionar y exhibir el patrimonio aeronáutico. La preside Guillermo Company, y le acompañan Andreu Canals, Juan Dato, Jaime Colombás, Fabián Blesa y Gabriel Mestres, todos ellos vinculados al mundo de la aeronáutica.
«Lo importante es empezar a realizar alguna intervención porque están muy abandonados. Antes de que llegue el invierno se habrá actuado ya en el DC-3. Fue el primer avión de la aviación comercial. En Iberia tenían el mismo modelo por aquella época. Queremos recuperar su esplendor, aunque no pueda volar ninguno de los dos», afirman.
No hablan de presupuesto ni tampoco de un tiempo total de ejecución, pero sí destacan su deseo de restaurar estas aeronaves –para un uso didáctico–, crear un futuro parque y museo aeronáutico y divulgar los secretos de este mundo a la sociedad civil.
Fabián Blesa, técnico de mantenimiento de aeronaves, puede presumir de haber trabajado durante tres años en el DC-3 (en vuelos a Menorca, Madrid y Barcelona). Lleva más de 30 años en el mundo de la aeronáutica y se emociona al recordar cómo volaba la aeronave que ahora se ‘derrumba' en Son Bonet. «Era un avión muy seguro y duro. Era como un 1.500 en la Seat. Nunca te dejaba tirado. Antes te avisaba un montón de veces. Todavía continúan volando en la Amazonia. Aquí es imposible por el enorme coste que representa. Ahora la tecnología ha cambiado a favor de la seguridad. A la tecnología digital no la engañas en ningún momento», afirma.