Salir a la calle, dibujar in situ y compartir el resultado en las redes sociales es el modus operandi del colectivo Urban Sketchers. Es un movimiento internacional sin ánimo de lucro de dibujantes urbanos, fundado en 2007 en Seattle por el periodista español Gabriel Campanario. En él, profesionales y aficionados del dibujo documentan las historias de su entorno, del lugar en el viven o de allí a donde viajan, poniendo en valor el trabajo hecho a mano en una era en la impera lo tecnológico.
Médico neumólogo hasta octubre de 2015, Feliu Renom es miembro de Urban Sketchers desde 2010 y, junto a Catalina Rigo, licenciada en Bellas Artes, creó la sección local en Mallorca, que cada vez cuenta con más adeptos y seguidores: «Siempre me gustó dibujar, pero a veces me costaba ponerme. Conocer a otros dibujantes urbanos y compartir mis dibujos con todo el mundo es un estímulo muy potente. A base de dibujar conoces a gente y van llegando propuestas para distintos proyectos», explicó Feliu.
«Mostrar el mundo, dibujo a dibujo» es uno de los principios del colectivo. Es importante que el lugar visitado esté bien representado en el dibujo.
El sábado pasado, con un cuaderno, un lápiz, una estilográfica, acuarelas y un boli de agua, ocho dibujantes plasmaron el Contesporles en el papel. «Conocí Urban Sketchers en Còmic Nostrum y me dije ‘esto me gusta'», declaró Mónica Francioli, licenciada en Ilustración y Diseño Gráfico, quien explicó que no es necesario ser profesional o tener una gran técnica para ser ‘urban sketcher'. Un ejemplo es su pareja, Xavi Robles, que al principio acompañaba a Mónica y, finalmente, acabó compartiendo su afición: «Al principio me veía incapaz, pero cuando realicé el primer dibujo me sorprendí a mí mismo», aseguró Xavi.
El movimiento Urban Sketchers es internacional y, además, engancha. Rosa Maria Cañete es una psicóloga que ha vivido los últimos 19 años de su vida en la ciudad suiza de Basilea, donde ya pertenecía al colectivo: «En Suiza también hacía dibujo urbano. He llegado a hacer varias exposiciones y he vendido alguna obra. Desde que llegué a Mallorca hace menos de un año he participado en tres encuentros y me he sentido muy bien recibida por los dibujantes mallorquines.»