Este 18 de febrero se conmemora el Día Internacional del síndrome de Asperger, un trastorno severo del desarrollo que se incluye dentro de los trastornos del espectro del autismo y que muchos padres son capaces de identificar en sus hijos entre los 2 y los 7 años.
Con motivo de esta fecha muchas asociaciones de España celebran actividades y ofrecen información a las familias sobre este trastorno, que no es ninguna enfermedad. En las últimas horas, una de estas entidades ha compartido la emotiva carta de una madre dirigida a su pequeño, de ya casi ocho años, con Asperger.
«Te vimos crecer sano y fuerte, y nunca imaginamos que algo pudiera fallar en tu pequeña cabecita, hasta que comenzaste la escuela infantil, y pudimos comprobar que no hablabas, cuando tus compañeras y compañeros sí lo hacían. Te costó comenzar a decir tus primeras palabras. Sin embargo, estábamos maravillados con tu prodigiosa memoria», dice esta mujer sobre su tercer hijo.
Al margen de que el pequeño mostraba una gran destreza con los números, sus padres comenzaron a notar que algo no funcionaba bien. «En ocasiones, comenzabas a correr en círculo, eras incapaz de sentarte en el corro a escuchar un cuento y no participabas en las conversaciones con tus compañeros y compañeras. Tu pediatra también se dio cuenta, así que solicitamos a la orientadora de la escuela, que realizase un estudio de valoración, y redactase un informe para averiguar que te ocurría».
Mientras esperaban el diagnóstico, sus padres eran conscientes de algunas cosas que hacía su hijo y que les descolocaba: «Haces ruiditos con la boca y de vez en cuando comienzas correr, como si fueses a despegar en vuelo. Otras veces te quedas absorto, absolutamente inmenso en tu mundo interior, y otras hablas sólo, con tus amigos imaginarios, como sueles decirme, cuando te pregunto con quién hablas».
Ahora ya saben que su hijo tiene un trastorno del espectro autista de alto funcionamiento (síndrome de Asperger) y le dicen: «Quiero que entiendas que no estás enfermo, simplemente eres capaz de ver el mundo con otros ojos. Con esos ojos negros de mirada profunda que tienes».
«Quienes te queremos y conocemos sabemos que eres un ser humano excepcional, leal y fiel con tus amigos y amigas. Nunca defraudas y eres incapaz de hace daño. Lo que te convierte en un amigo incondicional. Cariño mío, escucharas a gente que diga que eres especial, y es cierto, eres muy especial… súper especial, el más especial para mí, para tu familia y para los amigos que te quieren de verdad. Habrá gente que se reirá de algunas cosas que hagas y que a veces pueden hacer gracia. En este caso, no te preocupes, porque no será con malicia, y si te es posible, ríete tú también. Porque a veces, reírse de uno mismo no es malo, es más, el humor es una medicina para las heridas del alma».
A lo largo de la carta, la madre ya le advierte de que el camino no será fácil. «Si notas que se burlan de ti, faltándote al respeto de la forma más desalmada, ignóralos. Porque estas personas no merecen ni un sólo segundo de tu tiempo, y, tenlo bien claro. Tú eres mejor persona que ellos y no los necesitas».
Finalmente, le recuerda: «Debes de explicarles que eres diferente, pero que no eres ni más ni menos que ellos y ellas. Y que los necesitas para crecer, para sentirte querido y para que el día de mañana, puedas convertirte en un hombre íntegro y pleno».