Soledad Cabeza de Vaca y Leighton, marquesa de Moratalla, heredera de un rico financiero estadounidense y residente desde hace años en Biarritz, falleció este miércoles a los 87 años en esa localidad vascofrancesa, sin que se haya resuelto el litigio que desde hace años enfrenta a sus hijos por su legado.
Así lo anunció el bufete de abogados de su hijo adoptivo, Germán de la Cruz, designado por la justicia como administrador de su fortuna y que se negó a hacer más precisiones sobre los motivos del deceso.
La marquesa apenas salía en los últimos años de su palacete de Biarritz y estaba afectada de alzheimer.
Los abogados de su hijo biológico, Forester Labrouche, que durante años reclama que se anule la decisión de que su hermanastro sea el administrador de la fortuna, anunciaron que pedirán una investigación sobre las circunstancias de la muerte de la aristócrata, descendiente del conquistador Álvaro Núñez Cabeza de Vaca (1488-1559).
Labrouche y De la Cruz mantienen desde hace años un litigio sobre la herencia de la marquesa, valorada en más de 150 millones de euros y recibida de su madre, Olga Leighton, que se casó en segundas nupcias con Antonio Cabeza de Vaca y Carvajal, marqués de Moratalla y Portago, héroe del bando franquista en la Guerra Civil española.
La marquesa poseía una ingente fortuna heredada de su primer marido, el estadounidense Frank J. Mackey.
Labrouche asegura que su madre permaneció secuestrada durante años por De la Cruz, quien fue adoptado en Colombia en los años 80, una tesis que niega este, que sostiene que su madre adoptiva odiaba a su hijo biológico desde que en los 90 le acusó en los tribunales de haber ocultado el auténtico testamento de Olga Leighton.
Hace unas semanas, se produjo la última vista del litigio en el tribunal de Bayona, después de que Labrouche asegurara que su hermanastro le impedía hablar con su madre.
La marquesa apenas se ocupó de su fortuna, administrada por un gabinete de abogados suizo, y se dedicó al bridge, juego en el que participó en el campeonato del mundo, y a supervisar sus cuadras de caballos, que le llevaron a ganar más de 5.000 carreras y a competir con criadores de la talla del Aga Khan o el emir de Dubai.