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Talavante triunfa en la última corrida de toros en el Coliseo Balear

Talavante, en primer término, Cayetano y ‘Paquirri’ hacen el paseíllo en la segunda corrida de toros en Palma. | M. À. Cañellas

| Palma |

El Coliseo Balear fue este jueves por la noche el escenario de la segunda y última corrida de toros de la temporada en Palma. Si el Tribunal Constitucional no lo remedia, el arte de «Cúchares» no se volverá a ver en el coso palmesano.

Con la presencia de la infanta Elena y de sus hijos Felipe Juan Froilán y Victoria Federica en la barrera, Francisco Rivera ‘Paquirri' fue el encargado de la lidia del primero de la noche, con el que se lució con el capote y en el tercio de banderillas.

Con la muleta, el mayor de los Rivera logró ligar buenas series, tanto con la derecha como el natural, ayudado por la nobleza, pero poca fuerza, de su oponente. No tuvo suerte con el acero.

A Talavante lo tocó un primero poco propicio para la lidia. El morlaco de Núñez de Tarifa no quiso pelea y estuvo distraído durante toda la lidia, de la que resaltó las banderillas puestas por el mallorquín Valentín Luján.

Tampoco tuvo suerte Cayetano con el primero de su lote, que estuvo en la línea de sus predecesores: sin embestida y sin fuerzas. Cayetano brindó a la Infanta un toro con el que fue imposible cualquier lucimiento. Tampoco tuvo suerte a la hora de matar, pero el público agradeció su tesón y lo premió con una ovación.

En el segundo del ‘Paquirri' el desánimo se apoderó de los tendidos, que asistía impotente a una corrida sin fuerzas y sin casta. El diestro sin encontró sin oponente en la faena, que fue mero trámite antela imposibilidad de la lidia.
No hubo quinto malo y Talavante ejerció su magisterio con arte y temple. Ofreció a los tendidos las mejores naturales de la noche y puso colofón a su excelente faena con una gran estocada, que le valió dos orejas. Acertó el palco, presidido por Fernando Corchero y asesorado por Miguel A. Puertas y Claudia Jiménez, en la concesión de los trofeos.

En el que cerró plaza, justo de fuerzas, Cayetano Rivera consiguió una faena laboriosa y de mérito, en la que no faltaron pases con temple y buena calidad. Mató de una estocada baja, pero suficiente, y fue premiado con una oreja.

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