La Platja de Palma se ha convertido en una taberna y un estercolero al aire libre, sin normas ni ordenanzas a cumplir. Y lo que es peor, sin que nadie vigile, ni la Policía Local, ni la Nacional. Tras tres horas en la zona Ultima Hora pudo comprobar esta situación ¿Es normal que varios miles de personas, cocidos por el sol y la cerveza, no tengan a nadie que los controle y vigile?
Existe una normativa en cuanto a ruidos y consumo de alcohol en la vía pública, aunque el ruido que se genera, en según qué momentos podría rebasar todos los decibelios permitidos. Voces, cánticos, gritos, de equipos de radio funcionando a todo volumen. El consumo de alcohol en la vía pública es constante, tanto en la vía publica, cómo sobre la arena. Cuando la playa es abandona por los turistas esta queda repleta de cascotes, plásticos, cubos con los que han traído las bebidas, restos de comida, restos de vómitos, botellas de cristal rotas... Una situación provocada por unos turistas, que seguramente en su país no lo harían ni se permitirían que un extranjero de vacaciones lo hiciese.
Por otra, siguen proliferando una gran cantidad de vendedores ambulantes. Venden gafas, gorras, monos, megáfonos, camisetas, bebidas, entre otros artículos. Una competencia desleal a tiendas y bares, a la que los afectados denuncian que no se vigila ni se pone orden.