Un niño de doce años ha muerto y un total de 86 personas han sido ingresados en un hospital de Yamalia-Nenetsia, en la región rusa de Siberia del Oeste, al haberse visto afectados por un inusual brote de ántrax, según informó la agencia rusa de noticias RIA Novosti.
Los investigadores creen que el origen de la epidemia se encuentra en el cadáver infectado de un reno, que llevaba cerca de 75 años oculto bajo los terrenos de congelación perpetua, conocidos como permafrost.
Otras fuentes atribuyen el brote infeccioso a que miles de cadáveres que quedaron enterrados en la tundra rusa durante la Segunda Guerra Mundial (1941) han salido a la superficie, debido a la destrucción de los hielos perpetuos por el cambio climático y las altas temperaturas que últimamente allí se registran.
La bacteria que causa el ántrax habría podido permanecer conservada en los cuerpos sin vida de las víctimas de la última epidemia conocida en la zona. De hecho se sabe que sus esporas se pueden preservar en el suelo congelado del Ártico durante más de un siglo, y llegan a soportar temperaturas de hasta 140º centígrados.
Greenpeace ya ha alertado de que uno de los efectos del calentamiento global será la reaparición de enfermedades infecciosas, actualmente enterradas.
«El Gobierno de la región reconoce que el incidente ha tenido lugar debido al calor extremo: la temperatura media durante casi todo julio ha estado por encima de los 35 º C. 2015 ha sido declarado oficialmente el año más caluroso en los últimos 136 años. Y este año parece que también romperá récords de calor», señala la organización ecologista.