Los vecinos de Hamilton (Nueva Zelanda) sufrían desde hace unos meses robos de su ropa interior. De repente, desaparecían calzoncillos o calcetines de sus casas y no se explicaban cómo había sucedido.
Un día Sarah Nathan, una de las vecinas, descubrió que su gata Brigit regresaba a casa con un calcetín en la boca. Sarah ha declarado a la BBC que había detectado «piezas sueltas» de ropa interior entre su colada, que no identificó como de la familia.
La familia ha comenzado a poner carteles por el vecindario para informar de la situación y ofrecen la posibilidad a las víctimas de recuperar sus pertenencias.