El papa Benedicto XVI pide en su tercera encíclica, 'Caritas in veritate', presentada ayer, un día antes de que se inicie la cumbre de los jefes de Estado que integran el G-8, la reforma urgente de la ONU y de la arquitectura económica y financiera internacional.
En una encíclica de marcado carácter social, que ha tardado varios años en hacerse realidad y en la que condena el capitalismo exacerbado, Benedicto XVI dice que ante el imparable aumento de la interdependencia mundial y en presencia de una recesión de alcance global, es «urgente» reformar la ONU para proteger y dar una voz más eficaz a las naciones más pobres.
«Para gobernar la economía mundial, para sanear las economías afectadas por la crisis, para lograr un oportuno desarme integral, la seguridad alimentaria y la paz, para garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los flujos migratorios urge la presencia de una verdadera Autoridad Política Mundial, que debe atenerse de manera concreta a los principios de subsidiaridad y solidaridad», escribe.
La encíclica está dividida en seis partes, consta de 136 páginas y retoma los temas sociales contenidos en la «Populorum progressio», de 1967, de Pablo VI, y la «Sollicitudo rei socialis», sobre la misma temática, escrita por Juan Pablo II en 1988.
Benedicto XVI afirma que la finanza «después del mal uso que ha dañado la economía real» debe regresar a ser un instrumento orientado al desarrollo.
«Los operadores de las finanzas deben redescubrir el fundamento propiamente ético de su actividad. Hay que reglamentar el sector para dar garantías a los sujetos más débiles», subraya.
Y agrega que el mercado «no puede convertirse en un lugar de atropello del fuerte sobre el débil».
«La lógica mercantilista debe conducir a la consecución del bien común», escribe el Pontífice, que añade que el mercado «no es negativo por naturaleza» y que la actual crisis muestra que los tradiciones principios de la ética social, transparencia, honestidad y responsabilidad «no pueden ser descuidados».